La directora general del Jardín Botánico, Nora Hernández, dijo que el lugar recibe a 30 mil turistas nacionales y 20 mil internacionales al año, y se estima que al cierre de este 2019 se duplique la última cifra durante los trabajos de la feria y en el marco de los 500 años de la isla.
El Jardín Botánico Nacional de Cuba alberga, en sus casi 600 hectáreas, a más de tres mil especies clasificadas científicamente para uso público.
Durante la presentación de la cartera de servicio del jardín, Hernández lo definió como una sólida institución científica y pedagógica, antesala del turismo de naturaleza en Cuba.
“Es un centro con increíbles capacidades expositivas y educativas, en el que se puede apreciar la flora cubana y de otras zonas tropicales del mundo, pero además, realizar actividades más cercanas a lo vivencial, las experiencias como senderos de observación de aves y mariposas”, añadió.
El Jardín Botánico Nacional es, sobre todo, una institución educativa, científica y recreativa fundado en 1968, que abrió sus puertas al público en 1984 y que al estar adscrito a la Universidad de la Habana, efectúa intercambios importantes con diversas naciones como México.
Entre sus principales atractivos se encuentra la colección de palmas, denominada Palmerum, que en unas 50 hectáreas alberga 250 especies de palmas del mundo con énfasis en las 90 especies nativas de la isla.
Otra joya de este vergel habanero es el único Jardín Japonés del país, inaugurado en 1989, y que actualmente recibe inversiones para reabrir totalmente renovado.
Al Jardín Botánico Nacional se suman una docena más: el de Cienfuegos, la Estación Experimental Juan Tomás Roig, el Orquideario de Soroa, el Capaynicu, y los jardines de Holguín, Las Tunas, Matanzas, Pinar del Río, Sancti Spíritus, Villa Clara, el Instituto de Investigaciones fundamentales de la agricultura, y el Jardín de los Helechos de Santiago de Cuba.
Nora Hernández señaló que entre los objetivos del Jardín Botánico está desarrollar la educación, la investigación, el sano esparcimiento y la enseñanza integral. “Tenemos colecciones especiales de palmas, pabellones de exposición donde están las suculentas, las cactáceas, las plantas de interés”.
Además, hay una zona de pinares, se puede practicar el senderismo o la observación de aves, todo en un mismo lugar, lo que constituye una oportunidad para hacer campamentos, encuentros o grandes eventos.
Para 2020 se busca, además de renovar el lugar, construir una casa ecológica para que la gente se pueda quedar a pernoctar, “que sean estancias de tres días y dos noches o más”que al mismo tiempo, permitan a la gente alejarse de sus actividades diarias y convivir con lo que la naturaleza nos otorga".
“Estamos a solo 25 minutos de la capital y nos respalda toda una fortaleza de pertenecer a la Universidad de la Habana. Además contamos con una carpeta de servicios. La Habana cumple 500 años, y durante 300 la Universidad la ha acompañado”.
El subdirector de Educación Ambiental del Jardín Botánico Nacional, Julio Ismael Martínez Betancourt, dijo que reforestar la isla no ha sido tarea sencilla, pero sí constante.
Resaltó que a la llegada de los europeos, en Cuba había 90 por ciento de bosque, el cual bajó en 1900 a 49 por ciento y en 1959, a 14 por ciento; actualmente,gracias a la reforestación, dijo, hay 31 por ciento de masa boscosa.
“No es tarea fácil porque no es aquello que se siembra, sino aquello que se logra de lo que se siembra”, de ahí que se trabaja con los pueblos y las comunidades para que respeten las plantas y el impacto sea mucho menor, añadió.
A pregunta expresa, refirió que el cambio climático también ha impactado el lugar; hace años, llovía todas las tardes del mes de mayo, y actualmente la lluvia inicia hasta el mes de junio, se ha retrasado.
El estudioso comentó que Cuba cuenta con casi siete mil especies de plantas con flores, 50 de ellas endémicas, y un gran número está en peligro de extinción, “pero no me atrevería a decir que la extinción es por el cambio climático, podría ser por la restricción de hábitats naturales, por sobreexplotación del recurso”.
Sobre el intercambio México-Cuba, destacó que existe en diversas áreas, como la científico-técnica, y que durante la construcción del Jardín Botánico Nacional México aportó muchas cactáceas, varias de ellas ubicadas dentro del solario del lugar.
Entre ellas el equino-cactus o “cojín de la suegra”, agaves azul, melocactus. El solario está dividido en plantas que disponen de mucho sol y poca agua, y el tercero a plantas de sombra o humedad.
Entre los principales visitantes del lugar destacan personas provenientes de Alemania, Francia, Holanda, América Latina y Canadá, de ahí del interés de apuntalar sus atractivos con una importante campaña de promoción para seguir incrementando el arribo de turismo local y extranjero.
En 1967 se le asignó a la Universidad de La Habana la responsabilidad para crear un nuevo y moderno jardín botánico, lo que dio paso al Jardín Botánico Nacional, mismo que contó con la asesoría directa del doctor de la Universidad Friedrich Schiller de Jena, Alemania, Johannes Bisse, para su construcción.
En sus casi 600 hectáreas se ubica una parte techada integrada por tres pabellones, y otra exterior en la que se encuentra un estanque para plantas acuáticas y colecciones de plantas ornamentales.
Los pabellones tienen nueve metros de altura y en ellos se exponen plantas de aproximadamente tres mil especies vivas pertenecientes a 250 géneros de 90 familias.
El primer pabellón casa de cristal está dedicado a representar las plantas de zonas áridas tropicales y subtropicales, mientras que el pabellón de alta humedad y 50 por ciento de iluminación alberga plantas que habitan los bosques húmedos tropicales.
Finalmente, el pabellón alta humedad y 25 por ciento de iluminación exhibe plantas de los bosques tropicales húmedos de montaña, y algunas plantas de interés económico como las de cacao, café, pimienta negra, vainilla, Palma corcho (Microcycas calocoma), considerada un fósil viviente.
En la parte exterior se puede encontrar una colección de plantas ornamentales acuáticas y terrestres, en la que hay una sección dedicada a plantas con troncos paquicaules (troncos engrosados para almacenar agua).
Así, el lugar otorga además de paisajes dignos de una postal, un remanso de paz para los amantes de la naturaleza, el cuidado del entorno y la ecología, pues lo mismo se escucha el crujir de las hojas secas, que el trinar de alguna ave.
En sus espaciosas e interminables veredas se dan cita estudiantes de biología, de ciencias naturales y de otras áreas afines, así como los amantes de la jardinería o los visitantes locales e internacionales interesados en la flora de Cuba.
El costo es de cinco CUC o moneda cubana, de cinco dólares americanos o bien, 100 pesos mexicanos. El viaje puede realizarse a pie o en una cabina de pasajeros tipo “guagua” jalada por un tractor.