Buenos Aires, 3 jun (EFE).- El tango se recupera “lentamente” en Buenos Aires y se encuentra en “transición” con la reapertura de los espacios y las milongas en la post-pandemia de la covid-19, debido a un turismo externo que vuelve poco a poco a Argentina y una crisis económica que reduce la afluencia de bailarines.
Los amantes del tango pueden asistir en Buenos Aires a las tradicionales salas que ofrecen un espectáculo con cena y, que en este momento sólo están abriendo los fines de semana, y las llamadas “milongas”, donde la gente puede tomar una clase previa y ver una pequeña demostración, para integrarse a bailar después de comer y tomar algo, y que hoy abren todos los días pero con menos público.
Pese a que la pandemia languidece, la actividad es mayor y se abrieron las fronteras desde noviembre de 2021, las casas de tango están siendo afectadas por la incertidumbre y las vicisitudes que atraviesan los turistas al viajar por el mundo, como que el resultado de un PCR impidiera entrar o salir de un país.
“La recuperación es extremadamente lenta”, dijo a Efe encargado de la subcomisión de Casas de Tango de la Cámara de Cafés y Bares y el dueño de El Querandí, Claudio Campos.
SHOWS DE TANGO
Las casas de tango se encuentran trabajando a la mitad de la ocupación normal para esta época, al estar ocupadas en un 10 a 20 % del total cuando tendrían que estar trabajando al 40 %, según indicó Campos.
“Si bien esta es temporada baja, es más pronunciada que las habituales”, señaló Campos.
Además, el turista que ha retornado a Argentina no es el consumidor habitual de tango: “El turismo que estamos viendo es regional y de compras, más que un turismo de visitas”, explicó Campos. “Es muy reducido lo que estamos recibiendo”, agregó.
Las casas de tango tampoco han podido "aprovechar" el gran movimiento turístico interno porque no quedaron encuadradas en el régimen de promoción del turismo del Gobierno nacional.
“Es mucho más lento que las expectativas que teníamos”, dijo Campos después de permanecer cerrados casi dos años, desde marzo de 2020 hasta noviembre de 2021.
Con todo, Campos explicó que las casas de tango “no han cerrado” ni han ajustado los artistas en escena ni los elencos de músicos y bailarines, sino que sobreviven “por mucha voluntad de trabajo”, con los ahorros personales y por “las expectativas de que cuando empiece la temporada favorable, a partir de octubre, las cosas verdaderamente cambien”.
Para adaptarse a los nuevos tiempos, ofrecen el mismo espectáculo pero menos días: abren sólo los fines de semana en vez de todos los días o cerrar los lunes en temporada baja o sólo abren “en función de la cantidad de reservas”.
“El pasajero no se queda sin ver un show de tango”, sino que hay “un acuerdo explícito entre colegas” de derivar a los pasajeros a otras casas de tango, una "solidaridad" que no era habitual antes de la pandemia.
MILONGAS “HIPPIES”
Las “milongas” han estado abiertas desde septiembre de 2021, empezado a trabajar de “a poquito” y tratando de superar las etapas de adaptación de la gente para abrazarse para bailar aún en tiempos de contagios y con barbijo.
Pero varios emprendimientos de milongas no pudieron aguantar, han cerrado definitivamente -unos 40 cuando eran más de 200, según estimaciones del sector- y no han sido reemplazados.
“Hay que observarlo como un momento de transición para ver cómo se va a ir desarrollando, en estos meses sobre todo, las bajas de milongas”, dijo a Efe el tesorero de la Asociación de Organizadores de Milongas (AOM) y profesor de tango, Oscar García.
Las que quedaron siguen abriendo todos los días, pero con menos concurrencia: “No alcanza la cantidad de gente para cubrir la cantidad de milongas que hay”, dijo García.
Una de las razones es la merma del turismo, coincidió García, a lo que agregó el deterioro económico de Argentina, con una inflación del 58 % en abril pasado, que eleva los costos de mantener una milonga y le dificulta al público gastar en ir a bailar el tango pese a ser una salida bastante económica.
La gente entonces ha comenzado a frecuentar las milongas gratuitas y se ha volcado a las que se organizan al aire libre, en plazas o clubes, que son gratis o “a la gorra”, lo que implica “un cambio de público”, dijo García.
Por eso ahora los viejos milongueros hablan de “milongas hippies”, por la gente que se junta al aire libre pero para bailar en zapatillas sin la formalidad de la ropa y los zapatos del tanguero y sin la posibilidad de sentarse en una mesa. “Se amplían las posibilidades”, afirmó García.
“Estamos en un proceso de reacomodamiento”, insistió García.