San Juan del Río, 7 octubre de 2024.- (depositphotos) En un entorno laboral cada vez más competitivo, el bienestar emocional de los colaboradores se ha convertido en un eje clave para las empresas.
Un modelo a seguir son las Zonas Azules, regiones como Okinawa en Japón y Cerdeña en Italia, donde las personas no solo viven más, sino con mejor calidad de vida.
Estas zonas ofrecen valiosas lecciones sobre la conexión entre la salud mental y la longevidad, que pueden adaptarse al ámbito empresarial en México.
En el marco del Día Mundial de la Salud Mental, celebrado cada 10 de octubre, es vital que las organizaciones mexicanas reflexionen sobre cómo replicar estas prácticas.
Según Statista, el 27% de los mexicanos ha sufrido de depresión, estrés o ansiedad en el último año. En países como Estados Unidos y Gran Bretaña, este porcentaje asciende al 42%, y en Australia al 44%.
Estas cifras son alarmantes, especialmente cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la depresión y la ansiedad cuestan a las empresas un billón de dólares al año en pérdida de productividad.
Alberto Fernández, fundador de MiMente, una plataforma de healthtech enfocada en la salud mental empresarial, señala que el estrés laboral en México es tratado como algo inevitable cuando, en realidad, debería ser una señal de alerta. Inspirado en los principios de las Zonas Azules, Fernández destaca la importancia de crear espacios donde los colaboradores prosperen física y emocionalmente, enfatizando que la productividad empresarial está directamente ligada a la salud mental de los empleados.
En las Zonas Azules, la conexión social y la búsqueda de propósito son fundamentales. En Okinawa, el concepto de “ikigai” o “razón de ser” impulsa a las personas a vivir con propósito, lo que reduce el estrés.
En Cerdeña, las relaciones familiares y comunitarias fortalecen el bienestar emocional. Las empresas que deseen replicar estos modelos deben promover entornos que fomenten la conexión y el apoyo social entre los colaboradores, a través de actividades como talleres de mindfulness y coaching, y ofreciendo acceso a apoyo psicológico profesional.
La adopción de estas prácticas puede no solo mejorar la calidad de vida de los empleados, sino también aumentar el desempeño organizacional.
“El costo de ignorar la salud mental es invisible, pero devastador. Por cada peso que no invertimos en bienestar emocional, perdemos diez en productividad y rotación”, concluye Fernández.