El jefe del Departamento de Neurobiología del Instituto Nacional de Psiquiatría "Ramón de la Fuente", señaló que enojarse por 30 o 40 minutos resulta benéfico porque vuelve competitivas a las personas, pero cuando dura más de cuatro horas entonces se vuelve patológico y es nocivo para el cerebro.
El académico de la Facultad de Psicología de la máxima casa de estudios comentó que el enojo libera noradrenalina (hormona que aumenta la presión arterial y el ritmo cardíaco) y dopamina, al mismo tiempo que glutamato, además se da una disminución de los niveles de serotonina y vasopresina.
También afirmó que a diferencia del enamoramiento, este cambio neuroquímico se da de inmediato y logra que el individuo se prepare para la lucha o para la huida, donde se incrementan los procesos memorísticos inmediatamente.
“Al mismo tiempo, nos engañan con menor facilidad y atendemos con mayor detalle algunos objetos que en un momento dado no se darían”, comentó a UNAM Global.
En la segunda etapa del enojo se da un incremento de los niveles séricos de cortisol, una hormona relacionada con el estrés, y el cambio de glucosa a nivel plasmático. El cortisol buscará adaptar a los individuos bajo ciertas condiciones, y en consecuencia, el enojo es una respuesta funcional del sistema nervioso central, apuntó.
Calixto González subrayó que el peor momento para pedir a alguien que se tranquilice es cuando está enojado y es un error decir “cálmate” porque se altera más. “Un cerebro enojado lo que quiere es tener la razón y quiere escuchar que tiene la razón”, dijo.
Después de los siguientes 30 o 35 minutos esta emoción debe autolimitarse. “Aquel que dura más tiempo enojado es porque está actuando o tiene un proceso de aprendizaje y le funciona estar enojado para obtener lo que quiere”, puntualizó el experto.
Agregó que cuando las personas son jóvenes el enojo resulta más fuerte y de mayor intensidad que después de los 35 o 40 años de edad, donde el sentimiento es más selectivo y se controla en un periodo de tiempo más corto.