No obstante, lo que sí puede ocurrir es un aumento en los casos de depresión y abuso de sustancias, como el alcohol, en personas que ya tienen un trastorno mental o que acotecimientos de ese tipo lo va a detonar.
En conferencia de prensa, María Elena Medina-Mora Icaza, directora general del Instituto Nacional de Psiquiatría "Ramón de la Fuente Muñiz", explicó que ante sucesos de este tipo las personas pasan por tres etapas.
La primera, la de primer impacto, es tomar conciencia de lo qué pasó, buscar a sus familiares y es la que corresponde al estrés agudo.
Le sigue el duelo y lo que sería el recuento de los daños (pérdidas humanas y materiales); en la tercera etapa, que inicia a las dos o tres semanas del evento, podríamos ubicar el estrés postraumático que, implica la atención a la salud mental, sobre todo si se extiende por meses o años.
La especialista indicó que la mayoría de las consultas de apoyo psicológico y psiquiátrico que se han otorgado en el instituto y los albergues corresponden a estrés agudo y ansiedad.
Ante el panorama que se avecina, ya que los problemas serios en salud mental empiezan semanas después del evento traumático, consideró importante contar con una red de apoyo institucional y social que actúe en esta y otras emergencias.
Al respecto, la profesora de dicha institución Martha Ontiveros, alertó que no debemos esperar "una epidemia de estrés postraumático", pero sí algunos casos en los que incluso este síndrome inicie retardado, es decir, hasta seis meses después de los sismos.
Los síntomas son: re experimentar el evento, ya sea despierto o en pesadillas; evitar todo lo que le recuerde el tema; sentirse embotado o con una especie de anestesia emocional o estar en un estado de de alerta extrema que a cualquier cosa que le recuerde el sismo; siente le da taquicardia y empieza a sudar, entre otros síntomas.