Axtla de Terrazas, SLP, 5 Dic (Notimex).- Cobijado por la amplia biodiversidad de la Huasteca potosina, el Castillo de la Salud, ubicado en la comunidad de Aguacatitla, se erige como el centro de sanación tradicional más importante de la región.
El Castillo alberga en su interior las enseñanzas de medicina tradicional y creencias religiosas que su creador, Domingo Ramón Guadalupe, le dejó a su comunidad.
Fue en la década de los sesenta del siglo pasado, cuando “Beto Ramón”, como se le conocía a este médico tradicional, comenzó a dar consultas a gente de la zona, a las cuales, se dice, curaba con una mezcla de infusiones elaboradas mediante la herbolaria y a través de un acercamiento religioso.
“Mi papá empezó a atender a sus conocidos con plantas que su mamá le recomendaba y empezaron a ver que realmente curaban los tés que daba y entonces de boca en boca lo iban recomendando y llegaban a veces hasta 150 personas por día”, relató a Notimex Graciela Ramón Pozos, hija de Beto Ramón y gerente del lugar.
Conocida por el uso de plantas medicinales para curar diversos malestares y enfermedades, la herbolaria ha sido utilizada en el país desde la época prehispánica y ha logrado sobrevivir al paso del tiempo gracias a la trasmisión de conocimientos que las familias mexicanas han dado a sus recetas por generaciones.
De este porcentaje, señaló, la mitad recurre a hierbas y el otro 50 por ciento a la medicina alópata.
Además, especificó que desde 1998 es legal el uso de la herbolaria, en donde México ocupa el segundo lugar a nivel global en el número de plantas medicinales asentadas con 4 mil 500, sólo abajo de China que tiene 5 mil.
Actualmente, el Castillo de la Salud brinda consultas en donde médicos titulados en medicina general y especializados en herbolaria, otorgan atención a pacientes locales y extranjeros que acuden a este espacio en busca de una alternativa natural para sanar sus padecimientos.
Por lo cual, en la fábrica ubicada en uno de los edificios del recinto y creada en 1981, el personal trabaja hoy en día con 480 plantas, de las cuales 75 por ciento provienen de la zona de la Huasteca y 25 por ciento del Estado de México y otras partes del mundo.
Con dichos insumos, se elaboran jarabes, geles, gotas, ungüentos, cápsulas, champú y tés personalizados para cada enfermo, basándose en las recetas que dejó Beto Ramón antes de su muerte en el 2004.
“A veces los pacientes ya llegan diagnosticados o con estudios que nos ayudan a dar el mejor tratamiento, entonces se platica con ellos para conocer más sobre las posibles causas de su sintomatología y entonces nuestros médicos les recetan tés personalizados y suplementos alimenticios que aquí hacemos”.
A la par del uso de la herbolaria, Beto Ramón también se valió del acercamiento a creencias de la religión católica para curar a los enfermos que lo visitaban.
“Antes de curar rezaba para pedir por las personas y por los trabajadores y pues le pedía a Dios que se curaran y que encontraran la sanación aquí”, mencionó Graciela.
Es por ello que en 1977 inauguró la capilla dedicada al Señor de la Salud, un espacio decorado con murales de versículos de la Biblia que tienen relación con la sanación y en donde se encuentra la escultura de un Cristo a quien la comunidad acude para realizar oraciones y pedir por sus enfermos.
A este lugar religioso se le suma la arquitectura surrealista que Beto Ramón ideó para recibir a sus pacientes.
Una de ellas es la Torre de Babel, un edificio de siete pisos que recuerda a los visitantes “que sin Dios no existiría la naturaleza y la vida. Al final de ella hay un cohete que simula que va al universo y hay espejos en la pared simulando que él nunca se vio encerrado en los secretos del mundo y siempre siguió buscando las fórmulas para sanar”, dijo Enoc.
Además, erigió otras edificaciones, en donde símbolos religiosos como el ojo de Dios y representaciones de las plantas medicinales que utilizaba como la planta de la papaya, que significa la vida, y la carnívora, que representa la muerte.
Otro de los espacios importantes del lugar y que tiene por objetivo rescatar una práctica milenaria, es la Casa del Curandero, en donde dos curanderos tradicionales mezclan la religión católica y las tradicionales “barridas” de la Huasteca para realizar una limpia a los visitantes.
Este lugar que 50 años después sigue manteniendo viva la llama de la medicina tradicional, es una muestra de la importancia que estas prácticas siguen teniendo para el pueblo mexicano el cual continúa buscando alternativas naturales para curar sus males.