Pese a ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) descartó el pasado fin de semana declarar una emergencia sanitaria internacional por el brote del ébola en el este de la RDC, aunque alertó tras la muerte de dos personas en Uganda tras cruzar la frontera.
En Uganda se detectaron la semana pasada tres casos de ébola entre los miembros de una misma familia congoleña que había viajado entre los dos países y de los cuales sólo una persona (un niño) ha sobrevivido.
Un grupo de 20 personas entre familiares y conocidos de la RDC y de Uganda se encuentran bajo observación por posible contagio del virus, que es 50 por ciento mortal.
En 1976 se detectaron los primeros casos en Sudán del Sur y en la RDC (ex Zaire), en concreto en un poblado de este último país del continente africano situado junto a las márgenes del río Ébola, al que debe su nombre la enfermedad.
En los años siguientes la enfermedad se propagó a otros países, como Sudáfrica, Congo, Gabón, Guinea, Liberia, Sierra Leona, Uganda, Nigeria, Mali, Senegal, además de que también se presentaron algunos casos en Estados Unidos, Reino Unido, España e Italia.
El rebrote más grave sucedió de 2014 a 2016, sobre todo en tres países: Sierra Leona, Liberia y Guinea con 28 mil 610 casos, de los cuales 11 mil 308 personas murieron, rebasando los casos ocurridos en 37 años (de 1976 a 2012), cuando hubo dos mil 387 contagiados y murieron mil 590 personas, según la OMS.
El sector más vulnerable es el infantil, debido a que de 2014 a 2016 casi una quinta parte de los casos eran niños y niñas, en particular los menores de un año de edad, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Los murciélagos de la fruta son los huéspedes naturales del virus y el ser humano se contagia por el contacto con éstos o con otros animales salvajes, tales como el chimpancé, los gorilas, los antílopes, sobre todo cuando comen la carne cruda o sin cocerla bien o porque manipulan sin cuidado animales muertos.
El virus del Ébola se transmite de persona a persona por secreciones, semen, sangre, órganos y otros líquidos del cuerpo, donde tarda de dos a 21 días en manifestar los síntomas: fiebre, debilidad corporal, dolor muscular, vómito, diarrea y en algunos casos hemorragias.
Algunos de estos síntomas le ocurrieron a la familia africana que se contagió en la RDC y a su regreso a Uganda, de acuerdo con el Ministerio ugandés de Salud, que hasta el pasado 13 de junio confirmó tres casos de ébola.
El caso más reciente fue el de una mujer de 50 años de edad, luego de viajar a la RDC y quien dio positivo al virus, por lo que su entierro fue de inmediato ya que el virus se mantiene latente.
La tasa de mortalidad del ébola supera el 50 por ciento, pero el nuevo brote que lleva 10 meses en la RDC y ahora en Uganda llegó a 67 por ciento, si bien puede alcanzar el 90 por ciento si no es tratada a tiempo la enfermedad, lo que representa un evento extraordinario peligroso regional, pero bajo a nivel mundial.
Ahora, el nuevo brote tiene en emergencia a las autoridades sanitarias para el control sanitario de cada caso, pues deben mantener 21 días en observación a las personas que tuvieron contacto con un enfermo o muerto.
A los cadáveres infectados de ébola no se les debe de velar o practicar alguna otra ceremonia, ya que se deben de enterrar de inmediato, además incinerar las cosas que utilizó, como el colchón y cobijas, manteniendo higiene total.
La OMS recordó que hasta el momento sólo hay vacuna en desarrollo contra el ébola, pero a los infectados mientras se le trata con rehidratación y la atención sintomática, porque están en fase de pruebas tratamientos de hemoterapia, inmunoterapia y farmacoterapia.
Al respecto, la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) destacó que aplica desde 2018 una vacuna experimental con personas no contagiadas, pero que tuvieron contacto con quienes tenían el virus en la RDC para evitar la propagación de la infección.
Los nuevos casos del virus del Ébola dejan interrogantes sobre la capacidad de los gobiernos y organizaciones civiles e internacionales para evitar la propagación de este mal en países, donde la pobreza es extrema y los conflictos armados impiden proporcionar los tratamientos adecuados a la población.