Un equipo de investigadores del Instituto de Ciencias Cardiovasculares, del University College London, Reino Unido, condujeron un estudio entre 2004 y 2008 para determinar el impacto del tabaquismo y la exposición al alcohol durante la adolescencia sobre la rigidez de las arterias a los 17 años.
El consumo de cigarrillos y bebidas alcohólicas fue evaluado con cuestionarios aplicados a mil 266 jóvenes, de ellos 841 mujeres y 425 hombres, que participaron en el estudio longitudinal Avon de padres y niños (ALSPAC), que muestra la salud de 14 mil 500 familias en el área de Bristol.
Los participantes detallaron sus hábitos de tabaco y alcohol a las edades de 13, 15 y 17 años, indicando la edad en la que comenzaron a consumirlos y cuánta cantidad de cada uno, y luego fueron sometidos a pruebas para descubrir si había alguna rigidez de sus arterias.
Los investigadores separaron a los participantes en no fumadores y en fumadores, y a éstos los clasificaron por la frecuencia del consumo de cigarrillos (baja o alta) y también los dividieron por la intensidad de las bebidas alcohólicas ingeridas (ligera, media y pesada) en un día típico.
Posteriormente midieron la velocidad de onda del pulso carotídeo a femoral (PWV) a los 17 años y encontraron que en los fumadores y los bebedores la rigidez de las arterias había comenzado en esta edad relativamente joven, informan los científicos en un artículo publicado en la revista European Heart Journal.
Evidentemente, los fumadores y los consumidores de alcohol actuales tenían mayor rigidez arterial en comparación con los no fumadores y los abstemios, aunque los investigadores descubrieron que las arterias de los participantes que dejaron de consumir ambas volvieron a la normalidad.
También hallaron un efecto aditivo de la intensidad del tabaquismo y del alcohol, por lo que los fumadores “altos” que también bebieron “pesado”.
Aquellos que habían fumado más de 100 cigarrillos o tendían a beber en exceso tenían una incidencia más alta de arterias endurecidas que aquellos que habían fumado menos de 20 cigarrillos o consumían menos de dos bebidas por día.
Los cambios físicos en las arterias se han relacionado con un mayor riesgo de problemas cardiacos y vasculares, como un accidente cerebrovascular y un ataque cardiaco, en etapas posteriores de la vida, destacan los investigadores.
El autor principal del informe, profesor John Deanfield, del Instituto de Ciencias Cardiovasculares, afirma que beber y fumar en la adolescencia, incluso en niveles inferiores en comparación con los informados en estudios de adultos, está asociado con rigidez arterial y progresión de la aterosclerosis.
Las estrategias de salud pública deben evitar la adopción de estos hábitos en la adolescencia para preservar o restablecer la salud arterial, recomiendan los científicos.