Las carnes rojas, recomendó en un comunicado, deben comerse sólo una o dos veces por semana y no exceder los 300 gramos en ese lapso; y debe evitarse el tocino, salchichas, jamón y salami, entre otros, por lo que es importante no alimentar a los niños con muchos embutidos y preferir pollo y pescado, o res en cantidades moderadas, junto con frutas y verduras.
Explicó que aunque las carnes en general son un alimento con alto valor nutritivo por su contenido de proteína de buena calidad, minerales y vitamina A, no es recomendable su consumo excesivo, pues también se ha asociado a enfermedades cardiovasculares.
Y en el caso de las carnes procesadas, se usan nitritos para dar color y sabor y para prevenir la contaminación por bacterias; pero en nuestro organismo esas sustancias se “juntan” con las aminas, formando nitrosaminas, compuestos que pueden ser cancerígenos,
A diferencia de las carnes blancas, como pollo, pavo, pescado; las rojas contienen más mioglobina, que les proporciona el pigmento rojo oscuro, asociada a cáncer colorrectal; lo mismo ocurre con las procesadas, pero si son parte de un patrón alimentario y se comen en cantidades moderadas, “podemos tener buena salud”.
La universitaria resaltó que la cocción también es relevante y todos los alimentos de origen animal deben estar bien cocidos para evitar enfermedades como salmonella.
Por lo que sugirió optar por carnes blancas, preferentemente pescado y abundó que los insectos también entran en la lista de alternativas, son parte de la cultura mexicana y ricos en proteínas y grasas.
Una dieta ideal, concluyó, es la que incluye una mayor cantidad de frutas y verduras, cereales integrales y leguminosas y menos alimentos de origen animal y bajos en grasa.