Estudio profesional permite atender causas de la alteración del sueño

20 de Mayo de 2017
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México, 20 May (Notimex).- Las personas que roncan fuerte, presentan movimientos anormales mientras duermen, tienen insomnio, sonambulismo o cualquier otro trastorno del sueño, deben realizarse un estudio profesional, para conocer y atender las causas de esas alteraciones, indicó el director del Instituto Mexicano de Medicina Integral del Sueño (IMMIS), Reyes Haro Valencia.

Dijo que un estudio polisomnográfico o del sueño, permite identificar y corregir con toda ética y profesionalismo los trastornos que pueden presentarse en este campo, en cualquier momento de la vida de una persona.

Con el estudio se analiza este período de descanso de las personas, mediante el registro de signos vitales y fisiológicos como la actividad cerebral, los movimientos de los ojos, la saturación de oxígeno en sangre, el ronquido, la respiración, la frecuencia cardíaca, la relajación muscular y los movimientos, detalló.

Además, dijo, se registran segundo a segundo durante ocho horas estas actividades, y la técnica de estudio incluye la observación y grabación de los movimientos y posturas que cada paciente adopta para dormir.

En entrevista, Reyes Haro dijo que quienes soliciten el estudio, tienen que pasar una noche en la clínica, para que se coloquen una serie de sensores en su cuerpo, mismos que son muy ligeros, superficiales y no causan molestia alguna.



"El estudio del sueño o estudio polisomnográfico permite conocer la causa de todos los trastornos de sueño y con precisión el tiempo que una persona tarda en dormir, cuánto presenta cada una de las cuatro etapas de sueño conocidas, el número de veces que despierta, y todos los cambios fisiológicos que ocurren mientras alguien duerme", precisó.




Señaló que los principales trastornos atendidos en el Instituto Mexicano de Medicina Integral del Sueño son: insomnio en adultos y menores, ronquido, síndromes de apnea (dejar de respirar temporalmente) obstructiva de sueño, de resistencia de vías aéreas superiores, de apnea neonatal e infantil.

Somnolencia excesiva diurna, narcolepsia, epilepsia nocturna, insomnio secundario al uso crónico de medicamentos hipnóticos, e insomnio secundario al síndrome de movimientos periódicos de las extremidades, sonambulismo, terrores nocturnos y enuresis (orinarse dormidos).

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