Nunca elegimos ser protagonistas de las noticias, tampoco elegimos tener que especializarnos en documentar las violencias que se ejercen en contra de las periodistas. Nos obligaron a ello.
El Estado nos obligó a levantar la voz para evitar que nos maten por hacer la tarea que le hace bien a la sociedad. Nos obligó porque no reaccionó ante el primer atisbo, la primera señal de violencia contra las y los periodistas, pareciera que deliberadamente nos dejó solas y solos.
Si el ejercicio de la libertad de expresión en el periodismo es fundamental para fortalecer la democracia porque gracias a ésta las y los periodistas pueden informar a la sociedad de aquello que le es fundamental ¿por qué no se garantiza realmente?
Investigar y demostrar los abusos de poder es la tarea periodística que le hace bien a la sociedad; y se puede hacer sin que esto conlleve amenazas o la muerte cuando hay una democracia robusta, es decir, cuando sus instituciones funcionan, cuando la ciudadanía tiene todas las condiciones para ejercer todos sus derechos y cuando el debate es en función de ideas.
Pero cuando la violencia se coloca como mecanismo de control, las democracias incipientes como la mexicana, se colocan en el precipicio del autoritarismo.
El Relator especial para la libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Edison Lanza, ha señalado que en México existen zonas de silencio, zonas en que las y los periodistas dejaron de investigar cualquier cosa por miedo a las represalias y a la muerte.
Estas zonas de silencio favorecen a los autoritarios, a quienes quieren el control completo para ejercer su poder absoluto, las zonas de silencio no le van bien ni a la ciudadanía ni a la democracia.
En lo que va del año CIMAC ha registrado y documentado 44 casos de agresión contra mujeres periodistas, muchas de ellas ocurridas en torno al proceso electoral.
Esta no es sólo una cifra, es el resultado de la debilidad de nuestra democracia, porque muchos de sus agresores son los propios candidatos a puestos de elección popular.
Si ejercen violencia cuando son candidatos ¿qué funcionarios van a ser? ¿acaso de aquellos que alimentan las zonas de silencio?
México es uno de los cinco países más peligrosos para ejercer el periodismo porque ningún candidato ha asumido claramente el compromiso con la libertad de expresión y la labor de las y los periodistas.
¿Por qué guardan silencio ante esto? ¿por qué no dicen cómo van a garantizar que las y los periodistas hagan su trabajo en libertad, sin el miedo como compañía? ¿cómo romperán las zonas de silencio que permanecen en el país? ¿por qué miran a otro lado quienes quieren gobernar el país?
El pasado 16 de mayo CIMAC envió una carta al Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova, invitándolo a pronunciarse contra todo atentado a la libertad de expresión y hacer un llamado a todos los partidos políticos para respetar la tarea periodística. Han transcurrido 26 días y nuevos atentados contra periodistas y comunicadoras en el contexto electoral sin que hasta ahora Lorenzo Córdova haya fijado postura de respeto a la libertad de expresión en el periodismo.
La inacción de las autoridades fue la que nos obligó a salir a las calles, a escribir mantas, pronunciamientos, a compartir el periodismo y el activismo porque nos están matando.
Por eso una y otra vez exigimos ¡ni una más! ni una periodista asesinada más.
Si queremos que nuestra democracia no caiga en el precipicio del autoritarismo es urgente poner un alto a la violencia en este país y garantizar que las y los periodistas hagan su trabajo en condiciones seguras y dignas. Porque nos queremos libres, vivas e informando.
*Periodista y feminista, directora general de CIMAC.
Twitter: @lagunes28