La discriminación, el clasismo y el racismo son parte de una anti-cultura que prevalece en México, y que a veces se hace manifiesta en representaciones absurdas enmarcadas por el contexto grotesco en el que se desarrollan, y que forman parte de la realidad social de este país.
El mismo lugar donde unos jóvenes presumen que reciben la mejor educación y que eso los hace “sentirse especiales”, la misma nación donde son asesinadas mujeres, la misma geografía donde obreros luchan por ganar unos pesos más para salir de la situación de esclavitud moderna en la que viven.
El video del Instituto Cumbres da para mucho en el análisis de la violencia simbólica que se vive en el territorio del Estado mexicano, una síntesis de las enormes desigualdades sociales que prevalen por la acumulación extraordinaria de riqueza en unas cuantas manos.
No es nuevo que hay varios mexicanos en las listas de millonarios del mundo. También es el país donde los obreros han tenido que salir a gritar que viven una esclavitud casi de condiciones feudales, en San Quintín, Baja California.
El video del Instituto Cumbres, una escuela privada de corte religioso ligada a los Legionarios de Cristo, el cual generó una serie de opiniones en contra por la evidente misoginia que presentaba.
Sin embargo, es necesario reflexionar en otros aspectos que el video y todo lo que lo rodea, como el nivel económico de quienes lo protagonizan y al momento al que se refiere.
Me atrevo a afirmar que el video refleja esa construcción cultural respecto a las clases sociales, a las mujeres y a la disponibilidad de los recursos y la percepción que de esto se tiene en el sistema educativo, en el gobierno, y finalmente en la sociedad de este país.
Los jóvenes “productores” y actores sólo reflejan lo que la sociedad mexicana tiene, una enfermedad de clasismo agudo y ellos lo tienen tan naturalizado que creyeron que hacían bien en ponerlo en un video de graduación.
En torno al video surgió una intensa polémica por la forma como exponen a las mujeres, debate en el que se centró gran parte del cuestionamiento, sin embargo creo que se dejan pasar otros aspectos que son parte y que agravan lo que sintetizan y representan, un absurdo, pero que es a la vez realidad en la sociedad mexicana.
Nadie les cuestiona que vivan, aprendan y actúen así. Les cuestionan que lo hayan puesto en video. Es decir, hay una aceptación tácita a la superioridad económica de una clase social y de toda la permisividad que hay en torno a ese único privilegio: el dinero, que da por supuesto poder para hacer.
Reflejan una realidad de construcción social de cómo en México se ve a la riqueza en facultad de decidir sobre las personas, sobre las mujeres, sobre los recursos y ahí están utilizando un animal exótico para darle el toque grotesco que las riquezas excesivas suelen adquirir.
Reflejan el antipensamiento de esas escuelitas burguesas que se sostienen por la desigualdad social y que naturalizan la opresión de las clases sociales y, por supuesto, de las mujeres.
Ahí en el video aparecen dos hombres morenos como “mayordomos” porque son los que sirven, y las mujeres aparecen sexualizadas, cosificadas, ofreciéndose para ser bendecidas con la oportunidad del junior rico que la saque de la pobreza. Una representación Cumbres de cualquier guión de Televisa.
Está lleno de momentos en los que las mujeres sólo aparecen para servir, para estar dispuestas, para ofrecerse al mejor postor y por supuesto si ésta es la percepción que tiene ese grupo de muchachos sobre las mujeres, es entendible por qué en nuestro país el feminicidio no es prioridad.
El problema de fondo, en mi opinión, es que el video sólo refleja la realidad absurda de este país de discriminación, misoginia y racismo, elementos claves en toda la filmación, que agudizan y profundizan, nos recuerdan que ellos están ahí arriba, y los demás todos los que no son ellos, están abajo para ser aprobados o validados a partir de sus criterios.
Un video generacional no es sólo eso, no es un acto inocente, es el mensaje del poder a través de la representación que esos jóvenes hacen de sus vidas dentro de la sociedad mexicana.
El jaguar, los mayordomos, las mujeres son eso: accesorios, objetos de decoración en un video en el que ellos, los hombres blancos y ricos, tienen el poder.