El hecho de que hace unos días el semanario Primera Plana decidió publicar un texto en el que intenta desacreditarme como defensora de Derechos Humanos, descalificando y burlándose de mi participación social yde mi apellido, hace afirmaciones falsas sobre los temas que apoyo, así como la del colectivo al que pertenezco, puso de manifiesto varias circunstancias.
Una de ellas, a la que me referiré en esta ocasión, es la campaña sobre los derechos de las mujeres que fue realizada por el gobierno del estado, a través del Instituto Sonorense de las Mujeres, para dar cumplimiento a una de las recomendaciones del grupo de trabajo que investigó la solicitud de Alerta de Violencia de Género para el municipio de Cajeme.
Lo débil e ineficiente de esta campaña, quedó de manifiesto cuando vimos el golpe mediático que intencionado o no, encargado o no, se lanzó sin ningún resquemor contra mi persona.
Primera Plana es un semanario periodístico cuyas páginas nos muestran que su principal sostén económico es el gobierno del estado, a juzgar por las publicaciones sistemáticas que contiene en varias páginas completas de cada edición.
Particularmente enfoco la atención en un total de 18 páginas pagadas que publicitan en Primera Plana mensajes del Instituto Sonorense de las Mujeres (ISM), siete de ellas contienen el mensaje: “Insultarlas no es de hombres”.
Ese 38 por ciento de la publicidad derivada de una recomendación del dictamen sobre AVG son las que están dirigidas a los hombres.
La conclusión 10 habla de que las campañas de prevención no cuentan con una estrategia de comunicación social a largo plazo y se requiere mayor difusión y permanencia para garantizar su eficacia, y deben dirigirse a mujeres y hombres.
De ahí que el ISM emulando la campaña contra el acoso sexual de ONU México incluyó en su campaña la serie “No es de hombres”.
En ésta se mostraba a través de una imagen y una leyenda en cada versión, a diferentes personajes masculinos que representaban la frase de cada uno. La de “insultar no es de hombres” fue representada por el joven campeón sonorense de atletismo José Tonatiu López Álvarez.
Había otros con esa leyenda, pero por alguna razón, en Primera Plana, durante esas siete semanas se repitió el mismo anuncio.
Esas siete páginas pagadas con dinero público, como toda la publicidad del gobierno y los otros poderes del estado, formaron parte de una serie de tres etapas en donde las primeras cuatro intentaban definir la violencia a través de una palabra, acompañada de imágenes de mujeres diversas, una a la vez.
“Humillar es violencia”, “El rechazo es violencia”, “Discriminar es violencia”, y de nuevo “Discriminar es violencia”, son las cuatro leyendas que durante las cuatro semanas comprendidas entre el 11 de marzo al 14 de abril de 2016, se publicaron en Primera Plana y otros medios.
La segunda miniserie se publicó del 30 de septiembre al8 de diciembre de 2016. En ella se pretendía definir lo que no es ser hombre, lo que es no ser hombre o lo que “no es de hombres”.
La tercera fase fue publicada del 17 de febrero al 13 de abril de 2017, y se enfocó a ciertos derechos de las mujeres, no retomados de las leyes, sino de conceptos interpretables como por ejemplo el respeto.
De las siete páginas pagadas por el gobierno del estado en el mismo número de semanas, seis de ellas se refieren al derecho de las mujeres a la educación que ellas decidan, solo una al derecho a un embarazo seguro y saludable, y ninguna al derecho a una vida libre de violencia, aunque se incluía un pequeño hashtag #MujeresSeguras, los logos del ISM y de Sonora.
Esa fue la distribución de las 18 páginas publicitarias pagadas por el gobierno del estado, en donde destaca por ser la de mayor presencia numérica la de leyenda: “Insultarlas no es de hombres”.
Como si se hubiera escrito en el periódico mencionado una plana escolar repitiendo siete veces la frase: “Insultarlas no es de hombres”, referente a un comportamiento que debería evitarse, pero del cual no se está convencido, Primera Plana demostró que publicar esto en sus páginas no trasciende ni a ellos mismos.
Y no es que los medios necesariamente estén obligados a ir a comer a los restaurantes que anuncian, o ir a ver una película en el cine que publicitaron, o comprar un carro de una marca determinada solo porque lo anunciaron.
Aquí el problema es que se ubica en el contexto de una política pública que representa un esfuerzo de parte del gobierno del estado, en recursos humanos para el diseño y distribución, y económico por el pago que debe hacer a los medios con los que tiene convenio o contrato.
Insultar, denostar, burlarse, calumniar, desacreditar a una mujer que además dirige sus energías a defender los Derechos Humanos de las mujeres, no es de hombres ni de mujeres.
Sirva esta experiencia para que el ISM en su evaluación que hará en octubre –según lo dio a conocer en su informe sobre AVG- tome en cuenta el impacto y la penetración de la campaña, que de principio no fue acorde a la recomendación.
Y no lo fue porque en ninguna de ellas habló de los derechos de las mujeres de acuerdo a la legislación. Tampoco incluyó las sanciones que de acuerdo a la normatividad pueden hacerse merecedores quienes sigan agrediendo a las mujeres, por cualquier medio.
Por lo pronto ya sabemos que el periódico Primera Plana no fue sensibilizado con la campaña, no alcanzó a comprender el daño tan grande que hacen quienes violentan a las mujeres, puesto que abrió sus páginas para hacerlo. De la campaña, lo único que le quedó fue el pago de la misma.