Desde hace dos semanas hemos visto circular videos e imágenes que muestran la violencia que el Instituto Nacional de Migración y la Guardia Nacional ejercen contra las mujeres migrantes y sus familias. Ellas, mujeres haitianas, centroamericanas y venezolanas, han salido de sus países por la violencia política, sexual, económica, familiar y comunitaria que viven, perpetrada por las autoridades, el crimen organizado, la comunidad y personas cercanas.
Después de caminar kilómetros por lugares inhóspitos, acechadas por la discriminación, el racismo, la xenofobia y la violencia patriarcal, entran a México con la esperanza de encontrar un descanso, un respiro, pero se enfrentan a la contención, la detención migratoria, la separación familiar, o la expulsión sin la oportunidad de explicar por qué no pueden regresar a su país, porque dar la vuelta no es una opción.
Nosotras, mujeres mexicanas, conocemos esa violencia, la impunidad de las autoridades y la revictimización, por ello nos hemos unido para alzar la voz y decir: no en nuestro nombre.
Repudiamos la violencia legalizada disfrazada de “protección”, legitimizada por el Ejecutivo Federal e implementada con prácticas de odio y crueldad, por los agentes de migración y elementos de la Guardia Nacional contra nuestras hermanas migrantes y sus familias. Mientras que su actuar queda en impunidad, porque no nos protegen y si nos revictimizan cuando no se nos hace justicia.
Repudiamos el racismo que ejercen contra nuestras hermanas haitianas y sus familias, segregación que evidencia el nivel de violencia con las que las detienen –hace unos días vimos como 6 agentes de migración sometieron a una mujer haitiana durante los operativos de detención en Chiapas o como arrebatan a las niñas de las manos de sus madres y padres- y el bajo reconocimiento de la condición de refugiadas (20 por ciento) en comparación con otras nacionalidades (Venezuela 98 por ciento) o en los procesos de regularización migratoria.
“Todo lo que hago es cuidar a mis hijos en casa e ir a la oficina de migración para obtener información sobre nuestro caso; no podemos salir porque nos miran feo, nos tratan mal, nos evitan”, es la cotidianidad de las mujeres haitianas en Tapachula.
Aunque en México aproximadamente 1.4 millones de personas se identifican a sí mismas como afrodescendientes, de las cuales 705 mil son mujeres, las migrantes afrodescendientes se enfrentan a una discriminación racial y de género generalizada en el país, pese a que muchas personas siguen negando que exista esta discriminación, no obstante, las violaciones de Derechos Humanos que sufren las personas afromexicanas y migrantes afrodescendientes están entrelazadas.
Todas las migrantes deberían ser protegidas y no violentadas por el gobierno mexicano y sus agentes. Instancias internacionales, organizaciones de la sociedad civil, periodistas y la comunidad internacional han condenado la violencia injustificada con la que están tratando a las familias migrantes, sin embargo, al Estado parece no importarle pues las detenciones, las deportaciones y las acciones binacionales para contener la migración en la frontera sur continúan.
Desde hace unos días circula una carta donde mujeres mexicanas de diferentes movimientos sociales, y del mundo, hacemos un breve manifiesto interpelando al presidente de México, a todas las mujeres de su gabinete, a las y los funcionarios del Instituto Nacional de Migración y de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados a que se respeten y proteja la vida de todas las mujeres migrantes y sus familias; y a la sociedad mexicana a condenar el actuar de las autoridades, a reconocer la violencia de Estado, el uso excesivo de la fuerza, la separación familiar y la crisis de Derechos Humanos que vivimos las mujeres en el país.
Como sociedad no podemos permitir que se sigan avasallando los derechos de quienes buscan mejores condiciones de vida, esa lucha la conocemos muy bien ¿cuántas de nosotras tenemos un familiar que ha migrado fuera del país o al interior del mismo, porque la vida en el lugar donde nació se volvió insostenible?, también conocemos la violencia patriarcal que nos acompaña cada día, en el transporte público, en la calle, en la casa, en nuestros espacios de trabajo o en nuestro círculo de amistades, siempre normalizada, invisibilizada.
Hoy más que nunca no podemos ponernos de lado de los agresores, de los agentes de migración y la Guardia Nacional. No toleraremos más violencia contra cualquier mujer en México, no en nuestro nombre.
*Organización de la sociedad civil que promueve, desde una perspectiva de género, los derechos de las mujeres en la migración dentro del contexto mexicano, ya sea que vivan en comunidades de origen, estén en tránsito o residan en México o en Estados Unidos.