Como ya les había contado en mi coluna anterior, acudí a un Foro en el Senado de la República, donde el secretario técnico de la Comisión Intersecretarial para Prevenir y Sancionar los Delitos en Materia de Trata de Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas de esos Delitos, Félix Santana, en una de sus intervenciones, mencionó que el movimiento feminista y la sociedad estaba dividida entre abolicionistas y “libertarias”.
De ahí que entendemos las posturas que ha venido asumiendo la Comisión Intersecretarial, una posición que ha tendido a darle más importancia a la trata y la explotación laboral, como si fuera un sólo delito, y se ha permitido libremente en todo el país, incluso en la Ciudad de México la explotación sexual, bajo el discurso del supuesto “trabajo sexual”.
Lo más grave es que Santana, junto con otras y otros funcionarios de la administración pública federal están profundamente confundidos, ya que si alguien ha luchado históricamente por la libertad de quienes se han visto sometidas y sojuzgadas por medio de la esclavitud ha sido el movimiento abolicionista.
Este movimiento no es nuevo, se remonta a Espartaco(m. c. 71 a. C.) fue un esclavo de origen tracio, de la tribu maidoi, con probable localización en la región de influencia de Macedonia, que según fuentes griegas y romanas, dirigió una rebelión contra la República romana en suelo itálico, ocurrida entre los años 73 y 71 a. C., conocida con el nombre de tercera guerra servil.
Los gladiadores eran esclavos de las regiones sometidas por Roma, comprados por mercaderes, que peleaban en combates en los anfiteatros y la Arena (llegando a la muerte en ocasiones extraordinarias) para el entretenimiento del público romano.
Espartaco, junto con otros esclavos gladiadores, idearon un plan de escape que desencadenó en un estallido en toda la península. Se les unían esclavos fugitivos de todas partes, conformándose de esta manera un ejército que fue creciendo hasta llegar a ser de aproximadamente, 120 mil personas.
Más adelante, el movimiento abolicionista fue un impulso social y político para la emancipación inmediata de todos los esclavos y el fin de la discriminación racial y la segregación. Abogar por la emancipación separó a los abolicionistas de los defensores más moderados de la lucha contra la esclavitud, que mediaron por la emancipación gradual, y de los activistas del “suelo libre” que buscaban restringir la esclavitud a las áreas existentes y evitar su propagación. El abolicionismo radical fue impulsado en parte por el fervor religioso del “segundo gran despertar”, que llevó a muchas personas a respaldar la emancipación por motivos religiosos. El movimiento abolicionista se hizo cada vez más prominente en las iglesias y la política del norte a partir de la década de 1830, lo que contribuyó a la animosidad regional entre el norte y el sur que condujo a la Guerra Civil.
Emancipación de esclavos
Desde la década de 1830 hasta 1870, el movimiento abolicionista intentó lograr la emancipación inmediata de todos los esclavos y el fin de la segregación racial y la discriminación.
Su proposición de estos objetivos distinguió a los abolicionistas de la oposición política de base amplia. Sin embargo, estas dos expresiones de hostilidad hacia la esclavitud, el ”abolicionismo” y el ”libre-soilismo”, a menudo estaban estrechamente relacionadas no sólo en sus creencias y su interacción, sino también en las mentes de los esclavistas del sur que finalmente llegaron a considerar al Norte como unido contra ellos en favor de las personas afrodescendientes.
Orígenes de la abolición de la prostitución
El abolicionismo de la prostitución es un punto de vista feminista sobre la prostitución y un modelo teórico-jurídico que considera que la prostitución debe ser abolida, es decir, derogada sin vigencia legal, del sistema social como defensa de la dignidad de las mujeres. Por ese motivo propugna que con el objetivo de erradicar esa actividad, carezca de reconocimiento en el mundo jurídico.
El abolicionismo alienta a los gobiernos a tomar medidas para penalizar la demanda y no a la persona en situación de prostitución.
El modelo abolicionista centra su interés en la persona en situación de prostitución, sea mujer o varón, prohibiendo las medidas de control administrativo o policial que sobre ellos puedan ejercerse al tiempo que designa como reprochable la conducta del prostituyente, tanto sea proxeneta como cliente.
El enfoque abolicionista, que alienta a los gobiernos a tomar medidas para penalizar la demanda y no a la mujer en situación de prostitución, considera la estrecha relación entre las formas criminales de explotación sexual, trata de personas y prostitución, y cree que los Derechos Humanos de las mujeres, transexuales o niños son incompatibles con los varones que compran servicios sexuales.
Para el feminismo abolicionista, la prostitución debe ser abolida, es decir, erradicada, no prohibida, porque es una institución patriarcal basada en la desigualdad entre mujeres y varones. Esta corriente teórica considera que la explotación sexual y la prostitución son fenómenos inescindibles. Considera a la prostitución como un sistema de la opresión sexista, racista y clasista.
Se opone a la constante represión policial que sufren las mujeres que la ejercen y a la desaparición de mujeres, secuestradas por redes de trata con fines de explotación sexual. Considera especialmente a la trata como una seria violación de los Derechos Humanos y que la mayoría de las personas en situación de prostitución en la mayoría de las ocasiones son víctimas de la trata.
Investigaciones realizadas en todo el mundo muestran que las personas en situación de prostitución están expuestas a un alto riesgo de violencia física y riesgo de ser asesinadas. Los estudios, además, muestran que la mayoría de ellas han experimentado abuso sexual infantil, graves formas de violencia al encontrarse en esta situación y sufren de trastorno por estrés postraumático con un nivel de severidad comparable al de los veteranos de guerra.
Una investigación realizada en la Universidad de California, San Francisco, en el año 2019, concluyó que los varones clientes de la prostitución eran más propensos que los varones no compradores, de cometer todo tipo de delitos incluyendo uso de armas, abuso de sustancias y delitos de violencia contra las mujeres.
Investigaciones realizadas en Canadá, Colombia, Alemania, México, Sudáfrica, Tailandia, Turquía, los Estados Unidos y Zambia, mostraron que los actos de violencia, como violaciones, golpes, torturas, humillaciones, acoso, insultos, degradaciones, “eran algo normal” en la prostitución. Estas investigaciones concluyen que la prostitución es una forma de violencia que resulta en beneficio económico sólo para quienes venden a las mujeres, niños o niñas. Es por eso por lo que el abolicionismo considera a la prostitución en sí misma una forma extrema de violencia que debería ser eliminada.
La Declaración de Viena sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, aprobada por la Organización de Naciones Unidas en 1993, reconoce la prostitución como una forma de violencia contra las mujeres. La trata de personas se ha vuelto un tema prioritario para la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ya que las cifras conocidas dicen que hay cientos de miles de mujeres y niñas que son víctimas de la trata para explotación sexual a través de fronteras internacionales.
La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer sostiene, en su artículo 6, que los Estados partes deberán tomar todas las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para suprimir todas las formas de trata de mujeres y explotación en la prostitución de las mujeres.
Considera que la trata de mujeres y la prostitución forzada son formas de violencia contra las mujeres. Sostiene que las causas fundamentales de la trata con fines de explotación sexual están directamente vinculadas al sistema social de la prostitución. Que la prostitución y la explotación sexual generan el tráfico de personas.
También se afirma que los perpetradores gozan de una impunidad generalizada y que las mujeres son objeto de formas extremas de violencia. Por eso proponen desalentar la demanda sexual como forma de prostitución para desmantelar el sistema que utiliza a las mujeres en situación de vulnerabilidad.
El Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena de Organización de las Naciones Unidas (ONU) establece que los Estados no tienen potestad para controlar, perseguir, someter a exámenes médicos, registrar o cobrar impuestos a las personas que estén en situación de prostitución y sí están obligados a perseguir a proxenetas y tratantes, como a generar políticas públicas para quienes quieran salir de la prostitución.
El abolicionismo comparte estas ideas y por eso pretende que se persiga al proxenetismo, tanto individual como organizado, es decir, tanto la relación mujer en situación de prostitución/chulo o lenón como las casas de citas, prostíbulos, burdeles, pero no a las mujeres que se encuentran en esta situación o a la prostitución en sí.
En todos los países la mayoría de las mujeres en esta condición suelen ser inmigrantes o encontrarse en extrema pobreza, sin oportunidades. Como el crimen organizado funciona de manera nacional e internacional y no todos los países de Europa son abolicionistas, por ejemplo, cuando se aprobó la ley abolicionista en Francia en 2016, aumentó el número de mujeres en esta condición en Alemania, sobre todo en las fronteras con Francia.
Pero es muy grave que un funcionario de la secretaría de Gobernación haga estas divisiones, cuando quien está en contra de la libertad y los derechos de las mujeres son quienes cabildean a favor de la reglamentación, la explotación sexual de las mujeres, a favor del patriarcado y el sojuzgamiento y esclavitud de las mujeres y las niñas.
Del discurso que divide al feminismo en “libertarias y abolicionistas”
01
de Septiembre
de
2021
Comentarios
Guardar