La exigencia y el reclamo feminista como un movimiento crítico frente a las instituciones, debe permanecer más allá de la persona o partido que se encuentre al frente de un gobierno, y sostenerse en su total autonomía con bases sólidas desde la teoría de la economía feminista, desarrollando una propuesta de participación y toma de decisiones con una sociedad informada, consciente, colaborativa y responsable, desde lo personal sí, pero en la dimensión del bienestar colectivo y priorizando acciones que reviertan la desigualdad que viven las mujeres y las niñas.
Y sí, más allá de las confrontaciones, es necesario, sin detenernos en la aclaración de las discusiones actuales entre el gobierno y el feminismo, lo que sí necesitamos revisar desde el movimiento que aún falta mucho por avanzar y consolidarse como un movimiento que defina si quiere ser o no interlocutor.
Tenemos que necesariamente considerar y visibilizar qué papel juegan en esta discusión las compañeras que han hecho históricamente movilizaciones partidistas y que como tal abonan desde instituciones patriarcales.
Además de definir si el movimiento tendrá que articular sus respuestas, su capacidad de incidencia organizada y hacer a un lado las confrontaciones sostenidas desde -es necesario aceptarlo- matices partidistas de algunas compañeras que desde los partidos y su militancia se asumen feministas, para construir una agenda para la interlocución con el único sesgo de que sea una agenda feminista. Asumiendo que no se representa al feminismo anarquista.
Esta reflexión es porque además de los distanciamientos sanos y necesarios, debemos tener claridad de que el feminismo ha de ser siempre una postura crítica, cuya discusión y cuestionamiento se haga sí o sí por y para los intereses y las perspectivas feministas, no desde las posturas partidistas.
Cuando leo que “el gobierno actual le ha fallado a las feministas”, pienso que hay que recordar que cualquier gobierno que siga una plataforma dentro de las instituciones actuales, fallará porque no podemos construir sobre lo actual esperando cambios de fondo, necesitamos derribar y levantar nuevas instituciones y una nueva forma de entender el hacer del gobierno, pero eso solo lo haremos teniendo claro sobre lo que supone una propuesta de hacer feminista.
Análisis aparte merece el tema de si es posible o necesario (estoy consciente de que es un tema complejo de abordar) un feminismo sin militancia partidista pero de consciencia y militancia política.
El feminismo ya es por sí misma una postura política, es asumir una actitud frente a la realidad, pero necesita sostenerse con la conciencia de que el feminismo ha construido históricamente acercamientos con los poderes para la búsqueda de acuerdos, siempre teniendo como eje el avance de los derechos de las mujeres desde sus diferentes contextos y necesidades, incorporando matices decoloniales y alternativas distintas a un capitalismo neoliberal, a una ciencia neoliberal (hay que leer a Dana Haraway con su propuesta de conocimiento situado para saber que esto no es nuevo).
Traicionadas, maltratadas, ignoradas, olvidadas y a veces hasta encarceladas en la historia, más recientemente algunas feministas transitaron hacia los espacios institucionales de organismos internacionales para consolidar un movimiento que empuja y sostiene los Derechos Humanos de las mujeres. Pero no son todas las voces ni son esencialmente la forma de entender al feminismo.
Siempre recurro y disgrego hacia ese pasaje que narra Ángela Davis de la alianza que intentaron hacer las feministas blancas de Estados Unidos ofreciendo y negociando un pacto con los hombres blancos, para obtener el voto, bajo el argumento de que “era mejor dar el voto a las mujeres cultas que a los hombres negros”.
Ese intento de alianza con el opresor, que la historia dejó en claro que nunca beneficiará a las mujeres, esos intentos de alianzas patriarcales nos enseñan tanto como el tomar conciencia de que, si desde nuestras posiciones y privilegios asumimos que no pertenecemos a una población vulnerable al ser mujeres cultas, eso no significa que hayamos salido de las opresiones de género.
Hay múltiples intersecciones que nos sirven para explicar y entender que las condiciones de las mujeres son diferentes y las necesidades igual, que esto se puede traducir en construcción de agendas desde sus realidades y solo así puede intentarse un diálogo con el Estado, independientemente de quien esté al frente, porque sí es necesario que el feminismo dialogue y construya desde su práctica política, pero sin perder de vista que a nosotras en general lo que nos mueve es mejorar las condiciones de las niñas y las mujeres, cambiar los modelos que oprimen a las poblaciones empobrecidas por ese sistema social y olvidarnos de que los partidos políticos -todos- hayan abonado a superar esa condición, porque hasta ahora no hay una plataforma política feminista hecha por feministas sin sesgos partidistas.
Todo feminismo es crítico, el feminismo nació como una crítica al sistema social que desvaloriza a las mujeres y pondera y da más valor a los hombres, el feminismo supone poner en el centro de todas las discusiones a las niñas y a las mujeres y revertir esas condiciones como una urgencia innegociable.
Construir agenda feminista, una prioridad
04
de Mayo
de
2020
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