Mientras la ONU, a través de su secretario general, Ban Ki-moon, llamaba a los países a recordar sus grandes pendientes y rezagos que no permiten las condiciones de igualdad para las mujeres, en México en la mayor parte del territorio nacional se realizaron eventos de “banalización” del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer.
“Las mujeres que defienden los Derechos Humanos. Mujeres desafiando el autoritarismo. Mujeres que rechazan la injusticia… Mujeres médicas y activistas, madres que se sacrifican por sus familias, jóvenes que defienden el derecho a la educación. Todas merecen la plena igualdad”, afirmó Ban Ki-moon en un mensaje en el que recordó deudas pendientes de los Estados para con las mujeres.
Específicamente, la violencia física y la violencia institucional como tortura.
En México, la violencia contra las mujeres se ha incrementado, y en simultáneo, la indiferencia e intencionada banalización de la conmemoración del 8 de Marzo, y así tuvimos a lo largo y ancho del país escenarios de derroche de recursos para justificar una actividad en el marco de la “fiesta del 8 de Marzo”.
Esto no se puede quedar en una queja minúscula, no se puede dejar pasar porque al final de cuentas están logrando lo que buscaban, banalizar la fecha.
Así por un lado, en el municipio de Tijuana, Baja California, no se dio voz a las mujeres. No, se le dio a una mesa de “expertos” para hablar de la violencia contra las mujeres. Intervenciones que por cierto fueron triviales, burlonas, irónicas y por supuesto que llamaron “moda a eso del feminismo”.
¿De quién es responsabilidad el contenido de los eventos conmemorativos del 8 de Marzo? Por qué se insiste en regalar flores y hacerle saber a otras mujeres que sólo se trata de “festejar a lo más bonito del planeta”, así como un objeto hecho para decorar, alegrar la vista, y por supuesto para el disfrute de alguien más.
Festejar que naciste mujer, sin cuestionar lo que implícitamente se construye en torno al ser mujer.
Otro caso lamentable fue el de Jalisco, denunciado por Cladem, que retomó el discurso que emitió un comunicador en un evento público en el que se dirigió a las mujeres con argumentos misóginos, sexistas, y por supuesto también banalizadores, donde el personaje aprovechó que le dieron el tiempo para dar un mensaje durante el foro “Avances y retos en la participación de las mujeres en Jalisco”, en el recinto legislativo.
Entre otras cosas, usó su tiempo en un evento pagado con recursos públicos para decirle a una edecán que su único atributo era “estar buenota”, y para dividir a las mujeres entre “Mafaldas” y “Susanitas”.
¿Quién supervisa la contratación de estos personajes? O si lo hacen de manera gratuita, ¿quién los contacta sin haber revisado su trato y discurso previo y congruente con el respeto a los derechos de las mujeres que debe mostrarse?
Pero la cosa no paró ahí. Entre los peores momentos del 8 de Marzo, sin duda el de Veracruz, impulsado por la Secretaría de Seguridad Pública, fue uno de los más patéticos y vergonzosos para la lucha de las mujeres, nuestras ancestras que dieron su vida por lograr el reconocimiento de todas las mujeres.
Ahí se presentaron “stripers” y un conductor del evento que no se cansó de hacer apología a los estereotipos sexistas de llamar a “las que fueran vírgenes” para acercarse al escenario.
Sólo por redes sociales tuvimos acceso a estos casos, o como el de Campeche, donde se presentó una conferencia centrada en la “responsabilidad que tienen las mujeres de elegir ser felices”.
Al igual que en los demás estados no hay información sobre la violencia, este tema desapareció de los discursos oficiales y se concentró a hablar de las cosas “bonitas” que le pasan a las mujeres, a diferencia del discurso del secretario general de la ONU, en el que sí se hizo énfasis en la deuda histórica para con las mujeres.
Discursos llenos de “nuestras mujeres”, “nuestras indígenas”, así en la eterna minoría de edad porque no entienden, ni saben, ni les interesa saber nada de lo que significa la ciudadanía plena, alcanzar la mayoría de edad a través del voto, la participación política, la libertad, y la autonomía económica y emocional.
Y con ese panorama, no queda más que darle la razón a Ban Ki-moon. Nada qué celebrar en un país donde los fondos públicos se utilizan para contratar a personajes que sólo en 8 de Marzo dirigirán un mensaje misógino, sexista, minimizador e inconsciente de la realizad que viven las mujeres en México.
Ellas viven en otro país, en uno donde no hay siete mujeres asesinadas diariamente y las violaciones aumentan, mientras que disminuyen las denuncias porque nadie cree nunca a las víctimas de violencia sexual.
8 de Marzo, banalizar la lucha
17
de Marzo
de
2016
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