Regulación y volatilidad afectan a casas de cambio en zona fronteriza

27 de Agosto de 2015
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Casas de Cambio. FOTO/NOTIMEX
Casas de Cambio. FOTO/NOTIMEX
Brownsville, 27 Ago (Notimex).- Las casas de cambio en la frontera de Estados Unidos con México, que hasta hace poco constituían un fructífero negocio, enfrentan ahora varias adversidades que las están llevando a la quiebra, lamentaron propietarios y empleados.

La volatilidad del peso mexicano frente al dólar y la estricta regulación de las autoridades estadunidenses para prevenir el lavado de dinero, entre otras causas, golpean a las casas de cambio.

Un empleado de la casa de cambio Cuéllar, que pidió no ser identificado por su nombre, señaló que ya no se ven las filas de personas esperando cambiar sus pesos o dólares, como solía registrarse hasta hace unos meses.

La citada casa de cambio es uno de los ocho negocios de este tipo que ocupan una plaza comercial sobre el Bulevar Internacional en Brownsville, a una calle al norte del Puente Internacional Matamoros-Brownsville.

El empleado indicó que la ausencia de clientes se agravó en las últimas semanas, al acelerarse la depreciación del peso, para ubicarse el miércoles en Brownsville a 17.50 pesos por dólar a la venta y a 15.50 a la compra.

Las casas de cambio “somos el termómetro económico” de la frontera, dijo el propietario de la Casa Cambio Layra, Roberto Jiménez.

“Nos dan la medida de la gente que va a México a gastar su dinero y de la que viene de México a Estados Unidos a realizar sus compras”, explicó, tras lamentar que en estos días “las casas de cambio no registran movimiento”.

Solo dos clientes se presentaron a cambiar su dinero en el establecimiento en casi una hora y las cantidades fueron de 20 y de cinco dólares.

Con un dólar fuerte, la gente que tiene dólares “no los quiere soltar” a la espera de que suba más y los que tienen pesos disminuyen cada vez más las cantidades que buscan cambiar, expuso.

Jiménez citó que otro fator en esta situación es que a pesar de que ahora los dólares rinden más en el lado mexicano de la frontera, los residentes de lado estadunidense tienen reticencia a cruzar la frontera.

El escaso número de clientes y las reducidas cantidades de intercambio han limitado los márgenes de utilidad de las casas de cambio.

Jiménez expuso que cada día es más difícil mantener su negocio, enfrentar los gastos fijos como el pago de renta, servicios y sueldos de los empleados.

Las casas de cambio necesitan para su negocio, tanto de quienes venden dólares, como de quienes los compran.

Las regulaciones contra el lavando de dinero en Estados Unidos, impiden a este tipo de negocios realizar transacciones con los bancos, por lo que no pueden acudir a estas instituciones para abastecerse de dólares o deshacerse de sus pesos.

Las regulaciones también imponen una serie de requisitos para identificar y documentar a las personas que realizan transacciones mayores a los mil dólares. Estas medidas limitan la capacidad de las casas de cambio para hacer negocio.

Imelda Ojeda, una residente de Matamoros, llegó a la casa de cambio Cuéllar a cambiar 500 pesos mexicanos a dólares para comprar útiles escolares para sus nietos en Brownsville.

Su cara reflejó desconsuelo al conocer el tipo de cambio del día y comenzó entonces a regatear una mejor cotización, que terminó en 17.30 pesos por cada dólar, 20 centavos menos que el anunciado para ese día por el establecimiento. En total, obtuvo 28.90 dólares a cambio de sus 500 pesos.

Los residentes fronterizos están acostumbrados a regatear una mejor cotización de sus pesos en las casas de cambio, comentó el empleado de la casa de cambio Cuéllar.

La mayoría de las transacciones se realizan a una cotización más baja a la anunciada, lo que limita aún más la utilidad de estos negocios.

Es lo que llamamos “servicio al cliente”, explicó Jiménez, es la forma en la que las casas de cambio compiten entre sí.

El escaso movimiento en las casas de cambio se refleja o traduce luego en el comercio de Brownsville, donde los clientes provenientes de México han comenzado a escasear también.

El comercio de las comunidades estadunidenses a lo largo de la frontera ha dependido históricamente de los compradores mexicanos, que en las últimas semanas han perdido poder de compra.

La compra de artículos constituye la principal razón que motiva a millones de mexicanos a cruzar la frontera. Más del 70 por ciento de los mexicanos cruzan la frontera para hacer compras y el resto para visitar familiares, hacer turismo o por cuestiones de trabajo.

El pronóstico es que en los próximos meses la actividad económica en el lado estadunidense de la frontera disminuirá y se teme, dijo Jiménez, que se repitan de nuevo los efectos registrados en anteriores ocasiones.

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