Refranes encapsulan sabiduría popular: Arturo Ortega

14 de Octubre de 2018
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Monterrey, 14 Oct (Notimex).- A decir de Arturo Ortega Morán, investigador del lenguaje cotidiano, y aludiendo a Miguel de Cervantes Saavedra, “los refranes son sentencias muy cortas de experiencias muy largas” y a la vez, encapsulan y enriquecen la cultura popular en todas las latitudes.

"Esa cita de Cervantes define muy bien lo que es un refrán, porque para que se acuñe un refrán, tiene que ser una circunstancia que la gente vivió por mucho tiempo y entonces ya lo acuña y hace refrán y por eso dicen que los refranes encapsulan la sabiduría popular, aunque cosas que funcionaron en el pasado, ya no funcionan en el presente", señaló en entrevista con Notimex.



“De refranes estamos llenos, son también una herencia de muchas culturas, casi todas las culturas tienen refranes, llama la atención diferentes refranes que se conocen en diferentes lenguas y prácticamente son el mismo y no dejan de acuñarse, siempre la gente está buscando nuevos refranes”, dijo.




Los refranes o dichos populares, analizados por la disciplina de la paremiología, “tienen como característica, tratar de dejarte una recomendación, una enseñanza, algún consejo, algo así”, dijo el estudioso del lenguaje.

Desde la simple expresión “no te metas en camisa de 11 varas”, que es “no te metas en problemas”, pero muchas veces no se reflexiona en su origen y hay que buscar en el pasado en “la arqueología de las palabras”, expuso.

“Encontramos que esta expresión se originó en la edad media, tiene su origen en España, como muchas otras, a final de cuentas hablamos español y había en la edad media la circunstancia de que los rollos de tela, los medían en una unidad que se llamaba vara y había de varias medidas, pero los más largos eran los de 11 varas”, refirió.

“Por metáfora, algo de 11 varas era algo muy largo y empezaron a llamarles camisas de 11 varas a unas túnicas muy anchas, que tenían una función, decían que cuando una persona quería adoptar a un muchacho, había una ceremonia documentada”, refirió.

“Consistía en que el muchacho que iba a adoptar se acercaba a la mujer adoptante, que se ponía uno de esos camisones de 11 varas, se metía por debajo de la túnica, la mujer lo sacaba por el cuello y le daba un beso, era como una simulación del parto y entonces al meterse en esa camisa de 11 varas, estaba tomando un problema que no era de ella”, dijo.

“Ahí es donde se forma la frase, ¿para qué te metes en camisa de 11 varas?’ tenía sentido en ese entonces, porque se asociaba a la ceremonia, esa ceremonia desapareció hace siglos, pero la expresión no, quedó como un fósil en el lenguaje, de una costumbre ya desaparecida”, expresó.

Como el anterior, hay muchos “fósiles” del lenguaje a lo cual “nos toca a los que andamos investigando, la circunstancia que les dio origen”, señaló el estudioso, autor de escritos y columnas en diversos medios, conductor de programas locales de radio como “Ya me cayó el 20” y otro de televisión, “Palabra sobre la mesa”.

Una frase muy mexicana es “será el sereno”, como para expresar duda, “nos iríamos al siglo XIX, donde todavía, porque durante muchos siglos fue así, en la noche la vigilancia corría a cargo de los ‘serenos’, que eran personajes, como decir veladores”, mencionó.



“Los serenos traían su lamparita, se hacían acompañar de un perro, haciendo rondines en la noche, y les llamaban ‘serenos’, porque a cierto momento gritaban ¡las 12 y todo sereno!, la gente con eso sabía que todo eso estaba en orden”, dijo.




“Esos serenos duraron siglos, no hay que imaginarse, no había luz eléctrica, la única luz era la de su linterna de aceite, entonces los trasnochadores que siempre los ha habido, cuando ya se tenían que trasladar de donde habían agarrado la jarra, siempre iban con miedo, porque había asaltantes, gente mala, para robar, incluso matarlos”, indicó.

Al deambular por las calles los trasnochadores, “de pronto veían una luz a la distancia, se imaginaban que era el sereno y todo tranquilo, pero a veces pasaba que, entre las sombras, bajo la luz de la luna, veían una sombra que se aproximaba y entraba el miedo de ¿quién vendrá, no faltaba quien dijera a lo mejor es el sereno" y de ahí viene la expresión.

“De ahí viene la expresión, ¿será el sereno?, pero no se le ve linterna, esa es la expresión completa, ¿será el sereno?, pero no se le ve linterna, y a correr, ante la duda”, apuntó.

Dentro del lenguaje se utilizan los eufemismos, “cuando no quieres decir directamente la palabra porque puede resultar ofensiva, entonces la distorsionan”, aclaró.

Un ejemplo de ello es la frase, desde el español antiguo, hasta tiempos actuales, “Ya Chole”, que “cuando alguien te harta o ya no lo soportas, se usa el verbo chocar, ya me chocas, ya me hartaste, el ya chocas era muy agresivo, entonces en forma despistada se creó ese eufemismo”.



“Entonces decían así: Uh, ya Chole vendió su rancho, pero la única relación es que empiezan igual, por no decir ya chocas, dicen ya Chole, pero pudo ser otro nombre y de ya vendió su rancho, es para despistarle”, manifestó Ortega Morán, ingeniero de profesión.




De esta forma, se suman muchas historias “de todos colores sabores, antiguas, modernas”, como esa de “ya me cayó el 20”, relacionada con los teléfonos públicos de finales del siglo pasado, cuando se hacía efectiva la comunicación con un interlocutor, al caer la moneda de 20 centavos en la ranura.

A la inversa también, “no le cayó el 20”, de ahí “eso se hizo metáfora para que te caiga el 20 del entendimiento, decir: ándale, ya entendí algo, esa es moderna, no tan de tiempos medievales”, agregó.

Algunos hay que investigar los términos utilizados, pero también hay obvios como “el que madruga Dios lo ayuda”, acuñado en los tiempos en los que había que levantarse temprano a aprovechar la luz solar y ganar el sustento.

Ahora tiene su contraparte, porque “no por mucho madrugar, amanece más temprano”, porque depende de las circunstancias.

Caso similar está el de “a gato viejo, ratón tierno” o aquel que dice: “gallina vieja, hace buen caldo”, por lo que “es muy rico y técnicamente o lingüísticamente a este campo se le llama la paremiología, que estudia los dichos, las frases y cada cultura tiene su paremiología y en este caso hay la mexicana, expresiones del noreste”, explicó.

Muchos de ellos tienen su dosis de picardía y buen humor, incluso se puede interpretar como albur, como el que reza: “No le tengas miedo al chile, aunque lo veas colorado”, refirió Ortega Morán.

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