Siete de cada 10 víctimas de abuso sexual infantil, son por familiares

19 de Noviembre de 2018
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San Juan del Río, 19 Nov 2018.- María Fernanda Lazo Payró, vicepresidenta de Fundación Vida Plena IAP y directora del programa Corazones Mágicos, que atiende a víctimas de abuso sexual infantil, explica la importancia de atender este tipo de violencia que viven los pequeños, niños y niñas de Querétaro.

Reconoce que las cifras son alarmantes, ya que en un 70 por ciento de los casos los agresores son familiares de los niños y hasta en un 20 por ciento son personas cercanas a los menores.

Es decir que existe un vínculo afectivo como vecinos, amigos de los padres, compadres o maestros; mientra que el 10 por ciento de los casos restante los agresores son extraños o ajenos al menor.


“Parte de las características psicológicas y emocionales que presentan los niños es la culpa, por ejemplo se siente culpable de que se dio ese abuso y también está el tema de estigmatización, el síndrome de mercancía dañada, o marcada; un hecho que se percibe aunque la gente no lo sepa, siente que está marcado de por vida”, explicó.


Otra de las secuelas que vive un menor víctima del abuso sexual infantil es la sexualización traumática, con una conducta hipersexualizada o que intente replicar estos abusos con otros niños o con otros menores. Incluso hay casos en que el menor abusado no quiere que nadie lo toque o no confía en nadie, ni en sus padres.

Entre muchos otros síntomas y consecuencias del abuso del menor, se encuentra la depresión, aislamiento, o un cambio radical de comportamiento; por ello que las secuelas son un tema que se tiene que trabajar, de lo contrario si el niño no sana esta experiencia puede desarrollar un modelo de victimización o que se vuelan abusadores sexuales.

“Más o menos se estima que uno de cada 3 niños que es víctima de abuso sexual se va a convertir en agresor sexual de otros niños; el porcentaje es muy alto y tenemos que acabar con este mal”, recalcó.

Finalmente realizó un llamado para detectar los cambios de estado de animo de los pequeños y mantener una comunicación constante para detectar oportunamente alguna situación de riesgo; en su caso, de ser necesario consultar con especialistas y poder trabajar con el problema para evitar que en un futuro existan más agresores en la sociedad.