“Los costos de los insumos se incrementan de un 20, 30 o hasta un 50 por ciento y eso es lo que hace incosteable el trabajo del campo; por eso consideramos que el principal factor para que el campo se reactive es que los precios de los productos se mejoren y que haya precios de garantía para la gente del campo”, indicó.
Puntualizó que los ejidatarios requieren de un apoyo real, ya que cuando se exponen los precios de la macroeconomía se refiere a los productores capitalistas quienes en ocasiones tiene mayores beneficios federales que los trabajadores del campo que tiene carencias y se encuentran dentro de la microeconomía del país.
Puntualizó que los apoyos como PROCampo, mantiene un rango muy por debajo de la necesidad de quienes se dedican a la agricultura, ya que en promedio se paga mil 250 pesos por hectárea; además de que en ocasiones la producción no se genera en tiempo para poder obtener una ganancia.
“Deberían de enfocarse los programas de otra forma, principalmente vinculados a la producción y si el campesino produce una tonelada de maíz, cebada o frijol apoyar al productor con un monto; así es el esquema de Estados Unidos, donde además de comercializar sus productos tienen el apoyo de gobierno”, agregó.
Dicho esquema, tiene como objetivo el incentivar a las personas a producir y que pese a trabajar, al finalizar el ciclo de siembra y la venta de su producto obtendrá una ganancia real y no una expectativa.
En San Juan del Río se tiene la problemática de “especuladores” que acaparan el grano básico, principalmente el maíz que lo compran y lo bajan de 2 mil 800 pesos la tonelada, cuando ellos ya lo venden a más de 4 mil pesos.
“Realmente el que gana es el acaparador y el intermediario, por el recurso económico y a veces que hasta aprovechan recursos de programas que viene para el almacenamiento de los granos y eso va en cierta forma en deterioro de la economía del ejidatario o productor directo porque ellos venden muy barato su producto”, finalizó.