Así lo señaló el psicólogo especialista en Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), Arturo Noria Sánchez, quien puntualizó que muchos de los rescatistas y voluntarios suelen vivir el mismo tipo de estrés por el que pasan soldados que estuvieron en guerra, y que con el tiempo pueden incluso generar fobias.
Y es que si bien, el trabajo al que se enfrentan rescatistas y voluntarios requiere de un gran temple, y muchos de ellos son preparados para poder manejar dichas situaciones, pero “eso no significa que no tengan sentimientos y que sean seres humanos”.
El también tanatólogo destacó que muchos de ellos viven un estrés post traumático casi inmediato que les genera una somatización que se refleja en la falta de sueño, o pesadillas recurrentes, palpitaciones, dolores de cabeza y de estómago, entre otras reacciones.
Los olores, sonidos, e imágenes de los cuerpos rescatados son imborrables, y en casos extremos pueden generar adicciones, aislamiento, fobias, o incluso pensamientos suicidas, subrayó en entrevista con Notimex.
El uso de sustancias son mecanismos de defensa que bajan la ansiedad momentáneamente, sin embargo cuando se quita la sustancia o la ayuda externa, el síntoma continua y con mayor culpabilidad, y se vuelve más grave, donde incluso se necesita ser medicado por un psiquíatra”, apuntó.
Este grupo de personas incluso puede llegar a sentir tanto estrés, que generan culpa de no poder salvar a más personas, de no haber llegado antes o estar a tiempo para realizar su labor exitosamente.
Lo anterior, puntualizó, “son cosas que hacen que el duelo que se vive por las pérdidas y por no poder rescatar a más personas como se hubiera querido, no lo puedan manejar de una forma diferente debido a la necesidad de una ayuda profesional.
“Ellos están expuestos a un sinfín de estímulos que son muy difíciles de procesar, y con el tiempo esto se puede ir agravando de manera impresionante, porque estos pensamientos y recuerdos se vuelven detonadores que generan estrés postraumático que derivan en afecciones muy graves a nivel psíquico".
Esto, dijo, "porque son heridas que se quedan en la mente y que muchas veces se presentan como síntomas de ansiedad, o miedos”.
En el caso de los rescatistas que son hombres, subrayó, es más difícil que se les permita expresar sus sentimientos, “nosotros tenemos que ser fuertes, es algo que se nos ha inculcado ancestralmente, mientras que a las mujeres se les permite llorar o expresar sentimientos abiertamente, sin embrago, al final es lo mismo para ambos sexos, el trauma es igual de intenso”.
Mencionó que el trauma es un choque o una impresión emocional intensa por un hecho o acontecimiento negativo que se produce en el subconsciente de una persona, que queda unido a la memoria de corto o largo plazo, y que puede dejar una huella que puede tardar mucho tiempo en superarse.
Sin embargo, dijo, el tiempo en el que se reflejan estos trastornos de recuperación es muy variable, ya que depende del tipo de personalidad que tenga cada individuo.
“Dicen que el tiempo cura todo, pero solo si es acompañado con el trabajo, y de la mano de una profesional. Somos seres humanos, y no se nos olvide que todos tenemos sentimientos, y todo esto nos puede llevar a tener un caos interno que muchas veces es muy difícil de poder manejar”, abundó.
Noria Sánchez destacó que a diferencia del terremoto que sufrió la ciudad de México en 1985, hoy en día como sociedad hemos creado una evolución muy importante en este concepto, donde realmente se le está dando un peso y una importancia real como la que requiere la mente humana.
El psicólogo recomendó validar los sentimientos, y aceptar cuando se está enojado, triste, o angustiado, o deprimido, ya que si bien no hay emociones ni buenas ni malas, dijo, hay algunas que nos pueden sacar a flote o nos pueden hundir.
“Muchas veces debemos revivir los sucesos para afrontarlos, debemos sacarlo, no podemos ir por la vida así, debemos validad la emocionalidad, decir lo que se tenga que decir, desahogarte y volver a repetir la historia una y otra vez, eso en muchas de las veces permite que la mente se vaya sanando”, sugirió.
Finalmente, el especialista puntualizó que es de suma importancia que estos rescatistas y voluntarios que han estado en las zonas de desastre y han tenido contacto con los cuerpos rescatados, vayan a terapia psicológica o con un tanatólogo que les permita enfrentar el trauma de la mejor manera.
Ante ello, Arturo Noria pone a la disposición de este grupo de ayuda y rescate, y también para aquellos que sienten ansiedad o sufrieron una pérdida por los resientes sismos, su número de celular 55 5414 4547, para recibir ayuda y terapia de forma gratuita.