Oaxaca, México, marzo (SEMlac).- (depositphotos) "Una vez leí que para ser periodista se necesita ser buena persona", dice con mucha seguridad Ixtli Martínez, oaxaqueña de 49 años de edad y reconocida como una de las mujeres comunicadoras más importantes por su labor en la entidad.
Para la madre, esposa, hija y mujer periodista, el ejercer esta profesión es hacerlo en medio de carencias y con la cabeza en alto, pues lo más fácil es caer en sobornos y corrupción. Enfatiza que en sus 14 años de trayectoria fue muy feliz y lo valora porque aprendió mucho de esta profesión.
Pero recordar lo vivido hace 14 años no es algo sencillo, tampoco es revictimizarse, al contrario, es vivir para contarlo, sobrevivir, quizá una acción que apenas asimila, y lo hace con mucha conciencia.
Mientras camina por los pasillos de Ciudad Universitaria de la Universidad Autónoma "Benito Juárez" de Oaxaca (UABJO), Ixtli narra cómo en este lugar hace 14 años -el 10 de junio del 2010, mientras cubría un enfrentamiento entre estudiantes-, recibió un balazo en la pierna izquierda.
Esa agresión y la falta de apoyo de la empresa donde laboraba, la injusticia y, sobre todo, pensar en su familia, la llevó a interrumpir sus actividades periodísticas.
"Yo no me separé del periodismo por gusto, en el 2010 después del balazo que me dieron tuve que truncar mi carrera o mis actividades como periodista; mi recuperación no fue fácil", habla Ixtli Martínez, periodista oaxaqueña reconocida por ser una de las voces más críticas que ha tenido el periodismo de esta región.
Dos años antes de su agresión violenta, en el 2008, Ixtli recibió el premio "Libertad, Palabra de Mujer" por su trayectoria como mujer, madre y periodista apasionada que es y que siempre plasmó en sus textos de prensa, radio y televisión. El premio fue otorgado por la Regiduría de Equidad de Género del Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez y el Consejo Democrático Autogestivo.
Serena al hablar, Ixtli sonríe poco y es que es normal, pues recordar lo que la llevó a truncar su pasión y sueños no ha sido nada fácil de sobrellevar.
Confiesa que su familia, su esposo, su hija y algunos amigos han sido su fuerza colectiva para salir adelante, aunque todavía remueve sus emociones y quizá nunca supere esos recuerdos por completo.
A 14 años del suceso violento que la llevó a interrumpir sus actividades reporteriles, confiesa que este tipo de ataques como el que ella enfrentó no significa que estuvo en el lugar equivocado, más bien estaba haciendo su trabajo, como muchas y muchos de sus compañeros.
"No fue sencillo nada de eso, pero hasta ahorita lo que más recuerdo es esta parte, de cómo, como periodista, en un momento en el que tú estás simplemente realizando tu trabajo, puedes ser tan vulnerable, puedes perder la vida, así de sencillo, cubriendo información para que la ciudadanía se entere de lo que pasa", dice.
Comparte que tras varios años de recuperación y acompañamiento terapéutico y con el apoyo de su familia, logró reflexionar que cuando una periodista o un periodista hace este trabajo con mucha pasión y con mucha responsabilidad, muchas veces no se miden las consecuencias, pero también reconoce que "esto es parte de lo que nos gusta, y no sabemos que podemos enfrentar situaciones graves de peligro".
Y es que -asegura- cuando un periodista tiene talento, por añadidura hay sensibilidad y siempre se procura estar en el lugar de los hechos y llevar los datos de primera mano para que la sociedad se entere, y es justamente lo que rescata: "que nadie le va a contar lo que ocurrió ese 10 de junio, pues estuvo ahí".
Con voz firme y segura, Ixtli -reconocida por ser una de las periodistas de investigación más importantes en Oaxaca- lamenta que nada haya cambiado en el periodismo oaxaqueño, pues las empresas o jefes continúan ejerciendo las mismas prácticas.
"Como medios de comunicación somos bien vulnerables, pero tampoco existe el respaldo de la empresa. Yo recuerdo que en ese momento, en el 2010, trabajaba para MVS y buscamos el respaldo para ver si ellos podían ayudar con la atención médica, pero al contrario, mandaron un oficio diciendo que yo era freelance", describe.
A Ixtli, como a muchas y muchos periodistas del país, le pagaban por nota, es decir, no tuvo un salario fijo y mucho menos seguridad ni bienestar social.
"Me pagaban por nota, y así fue la mayor parte de mi trayectoria periodística. No tuve un salario fijo y aun así creo que cuando tienes el don de servir, en este caso para informar, haces las cosas y mi responsabilidad siempre la tuve muy presente: verificar fuentes, tener los datos de primera mano, estar en el lugar de los hechos y, bueno, aun cuando las consecuencias muchas veces tienen que ver con actos de violencia hacia una, pero afortunadamente aquí estoy de pie, hoy 14 años después contando mi historia".
Ser mujer periodista en Oaxaca
Las agresiones contra las periodistas no cesan. De acuerdo con la organización Artículo 19, cada 16 horas un o una periodista es agredida en México por ejercer su labor. Entre los agresores destacan funcionarios públicos y privados, y grupos criminales.
Jamilet Carranza, periodista de Oaxaca y una de las compañeras más cercanas de Ixtli durante sus 14 años de trayectoria, habla para recordar que es lamentable que por una agresión ya no está ejerciendo su pasión.
"Ixtli es de las pocas voces críticas que ha habido en Oaxaca, y es lamentable que haya sido violentada, porque a 14 años continúan las mismas prácticas, la violencia sigue y pareciera que no se está haciendo nada por cambiarlo".
Ante la violencia ejercida, en Oaxaca también las periodistas están revolucionando.
Un ejemplo de ello es la Red de Mujeres Periodistas de Oaxaca, de la cual es cofundadora Citlali López, quien resalta que el acompañamiento entre ellas mismas es la única forma de sobrellevar las agresiones de que son víctimas.
"Es urgente la necesidad de articularnos, ser un apoyo, un soporte y un acompañamiento entre nosotras mismas; precisamente por los temas que se tratan y que llegan a tener un impacto a nivel psicológico en cada una de nosotras, entonces, la idea principalmente era esa, de crear una red", dijo.
Y es que la ausencia de Ixtli en el periodismo es lamentable, así lo reconoce Soledad Jarquín, periodista, activista y feminista oaxaqueña, al señalar que ella es una compañera que se enfrentó a esa violencia y que fue agredida con un arma de fuego.
"Yo creo que desafortunadamente no hubo una respuesta adecuada ni de los periodistas ni las periodistas, y mucho menos de las instituciones responsables de la seguridad pública", lamentó.
14 años sin justicia
Virgilio Sánchez es el esposo de Ixtli, juntos han enfrentado la agresión violenta de la periodista. A 14 años de la agresión, precisa que el tema sigue y que lamentablemente las agresiones a periodistas también, pues no son los únicos.
El también periodista puntualiza que la agresión de Ixtli, por más grave que haya sido y por más acompañamiento recibido, el tema desafortunadamente "terminó por morir en la injusticia".
Decepcionado por la impunidad en el caso de su compañera de vida, el comunicador expone que quizá hubo acuerdos políticos que pesaron más que la justicia.
"El arma se perdió, nunca llegó a nosotros, entiendo que son acuerdos, que son situaciones políticas, es algo con lo que vivimos y nos lo llevamos y nos lo llevaremos, pero no, no hay justicia", enfatizó.
Mientras Virgilio habla, Ixtli escucha con atención lo que él dice, pero sus manos se inquietan y sus ojos lagrimean. Retoma el control, suspira, sonríe un poco y recalca que su agresión no fue porque se lo mereciera ni tampoco porque estuvo en un lugar equivocado, ni porque le tocaba:
"Yo estaba haciendo mi trabajo, lo que me gusta hacer, el servicio de informar a las personas".