Cada año, el organismo capacita a sus combatientes, brigadas rurales, personal de protección civil, cuerpos de seguridad, voluntarios, dueños de predios, entre otros, para combatir los incendios.
Los combatientes deben usar un equipo de protección que consiste en casco, botas especiales, pantalón y camisola de algodón, una monja o cubre nucas, goggles, tapones para los oídos, guantes de carnaza y mascarilla de carbón activado.
Además, deben manejar herramientas, motosierra y GPS, y contar con una excelente condición física.
Por ello, exhortó a las personas que no tengan preparación como combatientes a que, por su seguridad, no intervengan en un incendio ya sea en bosques, selvas, manglares, zonas áridas o semiáridas.
Entre los riesgos que representa el combate de un incendio forestal está la radiación, quemaduras, golpes, asfixia por exposición al humo, deshidratación, picaduras de animales ponzoñosos, caída de árboles muertos, rodamiento de piedras, caídas de varios metros de altura por la topografía accidentada, agotamiento, desorientación.
Otro de los riesgos es que la combinación de combustible, oxígeno y el fuego puede provocar una explosión, por lo que es indispensable que la persona conozca sobre rutas de escape y protección, detalló la dependencia en un comunicado.
También se debe tener conocimientos sobre el comportamiento del fuego, debido a que el viento puede cambiar drásticamente la dirección de las llamas y envolver a una persona, provocando su muerte.
Las personas que sí están capacitadas no deben trabajar por cuenta propia, sino como parte de una brigada y estar siempre en coordinación con las autoridades a cargo.