Huajuapan de León, Oaxaca:- A temprana edad aprendí el oficio del tejido de la palma; comenzó como juego de distracción, el desprendiendo una a una del tronco, palmo a palmo, durante varias horas, ayudando, distrayendo, nos alcanzó la niñez, entre la adolescencia y la juventud, mis hermanos y yo, la actividad de tejer las artesanías de la palma, no se olvida, al contrario nos inspira a hacerlo con mayor fineza y pulcritud en el tejido de sombrero, es mucho mayor que en el pasado inmediato.
El noble oficio de elaborar diversas piezas de palma es además de nobleza una satisfacción, con un trozo de palma bajo los brazos se va tejiendo el tradicional sombrero anicero, de media palma, el cacaleño, el de alas anchas, el sombrero real; así como petates, tenates, sopladores, bolsas, mecates, entre una gama de artesanías que elaboramos los hombres del campo.
Los rurales no solo se entregaran a las labores de campo, sino que también inmiscuidos en este tipo de elaboración de artesanías que es el sustento en la vida cotidiana, es un mínimo ingreso familiar, la situación en la provincia mixtecana, prevalece el olvido a los tejedores de la palma, empezando con la compra-venta de los artículos de palma, no mercado ni precio fijo para ello, mientras que la carestía, el precio de la canasta básica cada día incrementa el precio y la bascula no garantiza el precio exacto.
En tanto, una vez desprendidas las hojas del tronco, con la palma unitaria se comienza con la base del sombrero que se teje de entre cinco o seis pares, luego entonces de las partituras se va formándose la copa, la frescura de la palma va calando el frío en la humanidad del artesano; sin embargo continúa con la ardua jornada porque es preciso obtener un raquítico ingreso familiar.
En los pueblos y comunidades indígenas, en el inmediato pasado, no circulaba dinero en efectivo, sino que, pudiésemos decir que se realizaba ‘el trueque’, debido a que si la familia necesita abastecerse para la comida, pues, llevaba a la tienda productos del tejido de la palma, ya sea sombreros, tenantes o petates según fuere el caso, que intercambiaba con los productos generalmente alimenticios.
Las artesanías de palma, carecen de mercados; no tienen además precio fijo, la docena (12 sombreros) el intermediario a penas si lo paga a 50 pesos, cuando que el tejedor apenas si llega a tejer de seis a ocho piezas durante el día; lo que hace más cruda su situación económica; mientras que las personas mayores de edad, difícilmente elabora de tres a cuatro piezas diarios, lo que los hace ser más pobres de entre los pobres.
Para la elaboración de finas artesanías, casi no se requiere tanta genialidad, sino que basta con empeñarse a realizar el tejido de manera uniforme, jalar parejo las palmas, darle una moldeada a tiempo, procurar además que la palma este fresca en el momento de realizar el trabajo, porque cuando está muy seca, se troza o revienta, entonces, además de que lastima los dedos, genera desesperación o descontento en el tejedor; pero generalmente las sabias manos, ya saben cómo hacer los surcados, las figuras o letras, se puede elaborar a ciegas, sin mirar, los dedos van calando una a una de las palmas, de par en par, hasta formarse a plenitud la copa del sombrero; como ahora lo hago en tecleando, antes en maquinas mecánicas, ahora en el teclado de la computadora; hoy honro a los artesanos y tejedores de palma, porque, aprendí desde niño a elaborar sombreros de palma y con ello ganarme el pan de cada día, me enorgullece ser hombre de campo, nacido en suelo mixteco de Oaxaca, luego de pastorear chivos, me incursione en esta gran brega de hacer derramar negro sobre blanco, pero es el oficio del tejido de la palma el que me dio u sigue dándome de comer.
El jugueteo de los dedos entre las palmas, es costumbrista como pareciese divertido, cuando ya se tiene practica de toda la vida en este loable labor; a pesar de los años de aprender el oficio del tejido de la palma, no se olvida; por ello, durante el tiempo que se presenta, si no me dedico a leer, aprovecho para tejer unos que otros sombreros de anicero, para aportar obtener unos centavo el sustento personal, que apenas si alcanza para unas piezas de panecillos, refresco o para comprar un kilo de huevos, porque para más no alcanza.
Me siento altamente orgulloso, porque además de escribir, mis dedos también se incrustan al tiempo en el seno de la palma, aun elaboro sombreros, petates, tenates, y todo cuanto a las artesanías de palma se refiere, satisfecho de ser hombre del campo, esencia de mexicanidad.
A estas alturas, las artesanías de la palma aun no tienen mercado, ni precios, se sigue vendiendo a través de intermediarismo comercial, además de que, aproximándose Diciembre ya no quieren comprarlo, so pretexto de que en Tehuacán, Puebla, no hay mercado para ello; generando a que lo paguen mucho más barato, de a como se venía pagando, es decir, bajan el precio a la docena de sombreros, algunos hasta en 35 pesos.
Así sucede con las artesanías de palma, se malbaratan y a los tejedores no les queda de otra que aguantar la rebatinga, porque no hay otra forma de supervivencia, o sea ante la falta de empleo, así ocurre con los tejedores de la palma, los rurales, los humildes entre los muchos pobres, los bien nacidos en suelo mexicano, los de sangre indígena, los del color de la tierra; cuando los de arriba ni siquiera vuelve la mirada a los de abajo, son las crueldades de la vida.
Los pueblos y comunidades de la comarca, como religión tienen el tejido de la palma; por idiosincrasia, es necesario hacerlo, porque la vida tiene que seguir, por lo tanto, la fuerza espiritual sobre todas las cosas, se impone sobre el artesano, impulsándolo a seguir la brega, además de ser mejor cada instante en la vida, aunque esté en las peores condiciones económicas; el artesano mixteco aguanta todas las crisis económicas, las devaluaciones y sobre devaluaciones habidas y por haber, que repercute siempre y fuertemente en las raquíticas economías inexistentes de los artesanos de palma.
Sin embargo aquí estamos intercalando el oficio de reportero con el de tejedor de la palma, mi esencia indígena de la mixteca oaxaqueña; la nobleza de espíritu y gratitud al supremo Dios nos inspira a continuar con estas labores, porque la patria espera de nuestro esfuerzo, pero sobre todo que siempre esté la fuerza inspirador del amor, porque el amor todo lo vence; el amor todo lo perdona, porque ella es la suprema ley.
Texto: Joel F. Gálvez Vivar
Fotos: Karol Joseph Gálvez López