Pese a tener unos perfiles muy distintos, los presidentes de México y de EE.UU., que por fin se verán cara a cara en Washington DC esta semana, comparten numerosos rasgos en común.
DESCONFIANZA HACIA LOS EXPERTOS Y LA CIENCIA
"Ninguno de los dos tiene mucha consideración hacia los expertos o se preocupa mucho sobre la ciencia o que haya pruebas de algo. Tienen sus propias ideas de lo que es lo mejor y persiguen esas ideas cualesquiera que sean. Creo que sobrestiman sus talentos y conocimiento", opina en declaraciones a Efe el presidente del centro de pensamiento Diálogo Interamericano, Michael Shifter.
Esta despreocupación por lo que puedan decir los expertos se refleja en su manejo de los asuntos diarios y en la relación con los miembros de sus respectivos gabinetes. "Creo que escuchan a sus asesores, pero a menudo cambian de opinión o no tienen la mente abierta a ideas diferentes", puntualiza el experto.
Un ejemplo de esta forma de gobernar es la gestión de la pandemia de coronavirus, en la que no siempre han seguido el consejo de científicos y expertos sanitarios.
MALA GESTIÓN DE LA PANDEMIA
Aunque la pandemia de COVID-19 ha tomado por sorpresa a todos los Gobiernos del mundo, si algo han tenido en común México y EE.UU. ha sido que tanto Trump como López Obrador se han negado a aceptar la gravedad del problema.
"Al principio se negó, sobre todo, porque querían cuidar la economía y descuidaron las medidas para evitar la propagación del virus", reflexiona Roberto Zepeda Martínez, miembro del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (Cisan) de la Universidad Autónoma de México.
El especialista destaca, sin embargo, que a ambos la pandemia les rebasó por diferentes motivos, pues en EE.UU. el problema radicó en que la emergencia sanitaria evidenció que la atención sanitaria es muy cara "y eso hizo que muchos murieran por falta de atención".
En tanto, en México, las deficiencias arrastradas desde sexenios pasados, aunadas a los recortes en el presupuesto, han llevado a un sistema de salud deficiente "lo que también ha provocado muchas muertes".
UNA RELACIÓN COMPLICADA CON LOS MEDIOS
Pese a posibles errores cometidos, Shifter considera que los dos gobernantes están imbuidos de "un cierto mesianismo, como si estuvieran en la Tierra para servir una misión especial", que está acompañado de una gran capacidad de comunicación con sus seguidores, lo que no evita que su relación con la prensa a veces sea tensa.
Para Zepeda Martínez, el paralelismo que tienen los mandatarios en este tema se debe a que ambos "vinieron a romper el establishment" que existía entre los anteriores Gobiernos y los medios de comunicación.
Sin embargo, López Obrador, dice el experto, espera que los periodistas lo apoyen; mientras que Trump es consciente de que la prensa es crítica y, aun así, mantiene enfrentamientos.
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) señalaba en mayo pasado los ataques que López Obrador vierte de forma "periódica, constante y sistemática" contra los medios y los periodistas.
Y lamentaba que el mandatario mexicano aproveche sus conferencias de prensa matutinas para estigmatizar a los medios, en especial a los diarios El Universal y Reforma, a los que califica cotidianamente de amarillistas, corruptos, alarmistas, calumniosos y opositores.
Trump tampoco se queda corto en sus ataques a la prensa, que suele ser blanco de su furia en Twitter y a la que denomina "noticias falsas", al tiempo que ha protagonizado numerosos encontronazos con periodistas.
El grupo Reporteros Sin Fronteras (RSF) se quejaba hace poco más de una semana del acoso de Trump a los medios durante la pandemia y de que "la haya tomado con al menos con ocho periodistas durante sus conferencias de prensa".
Estos ataques a la prensa se enmarcan dentro de la estrategia de ambos para venderse ante sus bases como figuras fuera del aparato político y desacreditar a la élite intelectual.
UNA POLÍTICA EXTERIOR AL SERVICIO DE SUS BASES
Ese afán por contentar a sus bases también explica el motivo por el que ambos estén volcados en temas políticos internos y muestren menos interés por los asuntos exteriores.
"En el caso de Trump, emplea la política exterior para temas domésticos. El gran ejemplo es China, sobre la que está tratando de mantener una postura dura", remarca el presidente del Diálogo Interamericano.
En contraposición, subraya Shifter, "a AMLO (siglas de Andrés Manuel López Obrador) realmente no le importa mucho la política exterior, excepto aquello que le sirve para mantener contento a Trump y evitar el conflicto o la confrontación con EE.UU."
LA INMIGRACIÓN, MOTIVO DE DISPUTAS Y DE UNIÓN
Precisamente el principal motivo de confrontación entre México y EE.UU. es el que más les une, la inmigración.
El mandatario mexicano siempre se ha erigido a favor de los derechos de los migrantes, aunque al final ha tenido que plegarse a las exigencias de su homólogo estadounidense, que se opone abiertamente a la inmigración.
Shifter ve que López Obrador "básicamente se ha acomodado a Trump en inmigración. Su papel esencial es no meterse en una batalla contra Trump".
Al respecto, Zepeda Martínez asegura que la postura de López Obrador se ha vuelto más pragmática, ya que el presidente estadounidense ha dado muestras de apoyo a México como en el caso del petróleo y los ventiladores necesarios para tratar la COVID-19.
Para Trump, la repulsa a la inmigración es una de sus banderas electorales y, en consecuencia, una de sus máximas prioridades. Y López Obrador lo sabe.
"No creo que haya habido mucho rechazo por parte de AMLO (a las peticiones de Trump sobre inmigración) -indica Shifter- Es interesante porque mucha gente lo describe como de ideología izquierdista, pero no te esperas que un presidente de izquierdas se comporte así".
No obstante, el analista concede que ideológicamente López Obrador es alguien a quien "realmente le preocupan los mexicanos pobres, no solo se preocupa por sí mismo, y eso es importante. No lanza amenazas. Trump siempre está amenazando".
Del mismo modo, otra de las diferencias es que gran parte de las políticas de Trump son aplaudidas por los empresarios, como los recortes de impuestos, mientras que, según Shifter, la relación de López Obrador con la clase empresarial es "corta".
CRÍTICOS DEL LIBRE COMERCIO
Zepeda Martínez destaca que el nuevo tratado comercial entre México, EE.UU. y Canadá, conocido como T-MEC, es la muestra de los paralelismos que existen entre los dos mandatarios, porque "ambos son críticos del libre comercio".
Pero su aprobación, asegura, beneficia a ambos políticamente, pues "cada uno lo venderá como un éxito de su programa de Gobierno" y, mientras que en México se espera que beneficie en el nivel de vida de su población, en EE.UU. podría llevar a que la inversión de las empresas se quede en casa.