México, 1 Dic (Notimex).- Este sábado un nuevo museo, Los Pinos, hasta ahora un sitio que aunque estaba al alcance de la mano por lo céntrico, estaba vetado para casi todos los mexicanos y sólo era posible imaginar por la mayoría, tanto en la residencia como en sus oficinas y jardines.
Desde temprana hora, cientos de turistas, entre niños, jóvenes y adultos, cruzaron sus límites para dejar de imaginar y conocer de primera mano cómo vivían los presidentes de la nación hasta hoy, pues el actual tiular del Poder Ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador, por un tiempo permanecerá en su casa actual y después se mudará a Palacio Nacional.
Gustosos, el público y los medios de comunicación subieron y bajaron las escaleras, entraron y salieron de oficinas y recámaras, miraron los cuadros, el céntrico candelabro y fueron deleitados por las notas que arrancaba un pianista y un flautista de sus instrumentos.
Imposible imaginar cuántas historias se han contado aquí. Lo mismo han pasado mandatarios que príncipes, magnates que niños indígenas que rompieron la piñata en las posadas; deportistas que intelectuales.
Es un lugar histórico. Aquí vivió el general Lázaro Cárdenas y, aunque el rancho se llamaba “La Hormiga”, le cambió a Los Pinos en honor al lugar en el que se enamoró de su esposa, Amalia, en Michoacán. Luego, uno a uno todos los presidentes hasta hoy.
En una ciudad reconocida como una de las de mayor número de museos del mundo, Los Pïnos merece ser recorrido, recreado, visitado por todo el que así lo quiera.