Esa ha sido una de las labores en las que ha trabajado continuamente el gerente Estatal de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) de la Ciudad de México, Gustavo López Mendoza, y para lo cual se ha apoyado en un producto creado por el doctor Jorge Nami llamado LIM.
Al compartir su experiencia a lo largo de los últimos años desarrollando este producto como autoridad de Conafor, López Mendoza, detalló que la plaga del muérdago es un problema que afecta incluso a nivel nacional.
Ello se debe a que esta planta parasitaria afecta al 10 por ciento de los bosques del país, “y ello es una superficie bastante grande pues hablamos de millones de hectáreas donde cientos de miles de árboles son devorados lentamente”.
De hecho, explicó que estudios realizados por el doctor Daniel Rivas, presidente de la Asociación Mexicana de Arboricultura, el 40 por ciento del arbolado de la Ciudad de México tiene afectaciones con distintas intensidades de plantas parasitarias.
Si de acuerdo con el investigador, la ciudad de México cuenta con una población de cerca de tres millones de árboles de distintas especies, hablar de una afectación del 40 por ciento es hablar de mas de un millón de árboles enfermos.
El gerente estatal de la Conafor explicó que, como resultado de este problema, el arbolado afectado no realiza sus servicios ambientales con cabalidad, porque en lugar de ello están luchando por sobrevivir a una planta que se los consume lentamente.
Entonces, como resultado de ello, los árboles con muérdago dejan de capturar carbono, además de que no producen oxígeno como debería de ser, por lo que al final se puede decir que en realidad la ciudad de Mexico tiene 40 por ciento menos árboles que le ayuden a hacer frente a la contaminación por carbono.
Un enemigo silencioso disfrazado de belleza
Para entender la magnitud de cómo como se desarrolla, como opera y como se propaga el muérdago, el representante de la Conafor nos revela que a grandes razgos se pueden hablar de dos especies en general de esta planta parasitaria, “la que afecta a los árboles citadinos y la que afecta a los bosques templados de México”.
En el caso del muérdago de los bosques, detalló que existen cinco géneros, de los cuales el más común y que ataca a las coníferas es el “Arceuthobium”, cuyo mecanismo de dispersión es muy peculiar, ya que no necesita de ayuda como el muérdago de ciudad.
Ello se debe a que cuando el muérdago madura, “hace una explosión en su fruto para dispersar su semilla a una distancia no mayor de 10 metros”, por lo que todo árbol que se encuentre en ese rango de 10 metros resulta contagiado.
Y es que al explotar el fruto, la semilla se encuentra recubierta con una sustancia llamada vicina y que tiene una viscosidad que le permite adherirse a la corteza, luego de lo cual echa raíces llamadas haustorios y que atraviesan la corteza hasta los conductos de agua y minerales de la planta.
En cuanto al muérdago de ciudad, reveló que existen cuatro géneros que afectan a los árboles y que son el “Psittacanthus”, el “Cladocolea loniceroides”, el “Phoradendron velutinum” y el “Struthanthus interruptus” y cuyo fruto es comida para las aves.
Como resultado, tras haber comido el fruto, las aves defecan en los árboles la semilla que conserva su vicina, por lo que se pegan a la corteza de los árboles con el mismo resultado invasor.
El resultado, árboles enanos, que pierden sus hojas originales, y cuyas maderas terminan siendo de tercera y hasta de cuarta “apenas para leña”, lo que propicia que una gran cantidad de recursos que podrían ser maderables terminen sin ser aprovechados.
“Ah pero eso si, qué hermosos se ven con sus flores coloridas”, comenta irónicamente al recordar una de las anécdotas en donde la dueña de un árbol se negó a que le dieran tratamiento a su árbol invadido por el muérdago.
“Pero si no lo tratamos el árbol morirá en dos años señora”, comentó López Mendoza en aquella ocasión a lo que la dueña respondió: “no importa, se ve bonito y a mi me gusta, déjelo así”.
Y así en muchos casos, donde la ignorancia de la gente y la idea romántica generada alrededor del muérdago, como símbolo de amor y que incluso se utiliza en los adornos navideños ha terminado por impedir que se tomen acciones concretas al respecto.
Lograr el reconocimiento de Semarnat, una tarea por hacer
A pesar de todas las ventajas que ofrece la aplicación del LIM, el gerente de la Conafor en la Ciudad de México nos comparte que aún queda tarea por hacer, “aunque es más de tipo escritorio, porque ya están todos los elementos que comprueban su viabilidad”.
Esto se debe a que, a pesar de contar con la aprobación de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) como un producto inocuo para la diversidad biológica cercana a un árbol, “aún no se tiene el permiso de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat)”.
Esto, se ha debido a una serie de circunstancias en donde las prioridades de otros temas han dejado en el escritorio la revisión de esta propuesta, “además de que para ello se requiere dinero, y eso ha sido un motivo para que su inventor no se haya animado a solicitar su reconocimiento por Semarnat”, explicó.
Lo cierto es que a pesar de que el producto está en espera de tener este reconocimiento para su uso como método reconocido para combatir el muérdago, las pruebas han demostrado su efectividad al ciento por ciento.
Esa fue la razón por la que autoridades como el ex delegado de la Cuauhtemoc, Ricardo Monreal, al ver los resultados del producto, se haya animado a aplicarlo con el apoyo de la Conafor a 130 árboles en la Colonia Roma, una de las más afectadas en la Ciudad.
El resultado fue más que evidente, pues dichos arbolados se encuentran hoy sanos y libres de muérdago, sin la necesidad de que se les haya tenido que podar, lo que también suele generar molestia a los habitantes ya que para erradicar al muérdago es necesario una poda muy severa que puede dejar a un árbol pelón.
Sin embargo, el funcionario tuvo que dejar la delegación, por lo que no hubo continuidad, por lo que el proyecto sigue en espera de una luz que le permita su aplicación como una solución efectiva.
Por lo pronto, Gustavo López Mendoza aseguró que continuará con su trabajo para seguir desarrollando este producto, el cual utilizó para un estudio realizado en el Nevado de Toluca en 419 árboles y que fue el que terminó por convencerlo de buscar la manera de que en un futuro se logre su reconocimiento para su aplicación oficial.