Ataviada con su traje religioso, Andersen recorrió el enorme campamento improvisado que se instala cada año en el atrio guadalupano donde esta mañana amanecieron en casas de campaña, cubiertos con cobijas y plásticos, miles de peregrinos que llegaron para la fecha más emblemática de la religión en México.
FOTO: NOTIMEX.
“Es impresionante la forma en que la gente, la mayor parte a pie o con dificultades económicas, llega aquí a celebrar juntos a la Virgen de Guadalupe. Todo en orden, no vez problemas, todos se acomodan en sus pequeños campamentos por familias, por amigos o por gente de las mismas comunidades o pueblos”, comentó a Notimex la religiosa oriunda de San Diego, California.
En los dos desniveles del atrio se aprecia el orden multicolor de cientos de pequeñas casas de campaña, diseñadas para tres o cuatro personas, pero que son ocupadas por clanes familiares o de amigos de hasta 10 personas.
“Apenas cabemos en la casa de campaña. Somos ocho y nos estuvimos turnando para dormir un rato. El frío estuvo muy fuerte, pero vale la pena. Estamos aquí como cada año, es una tradición de nuestra familia que viene desde Puebla desde 1991”, dijo el cansado peregrino, Julián Ortiz.
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En casi todas las casas de campaña quien vigila a los peregrinos son sus propias imágenes de la Virgen de Guadalupe. Un grupo llegado de Puebla y que durmió en el atrio trae consigo nueve imágenes de yeso de La Guadalupana, las cuales fueron cargadas en la espalda durante los tres días que duró la caminata.
“Somos 25 quienes venimos en la peregrinación y traemos nueve imágenes de la Virgen; cada una mide entre metro y metro y medio y pesan alrededor de 25 y 30 kilos cada una. Yo vengo desde hace 25 años en peregrinación”, comentó Joel, apodado “El Tío”, originario del pueblo de Guadalupe Hidalgo, Puebla.
El frío decembrino cala aún con los primeros rayos del sol. Los atoles y cafés empiezan a humear en "el gran campamento de la fe", como lo definió Mary Anderson.
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Los peregrinos se despiertan, asoman tímidos por las casas de campaña, alistan su retorno a sus pueblos, a sus comunidades, luego de cumplir con sus mandas, sus peticiones, sus promesas.
Las historias y testimonios se repiten para engrosar las cifras de casi 10 millones de peregrinos que entre el 11 y 12 de diciembre de este año visitarán la Basílica de Guadalupe.