México: Desatención en albergues infantiles

21 de Marzo de 2017
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México, marzo (SEMlac).- Sólo una de cada 100 personas que tienen a su cuidado a las niñas y los niños que viven en albergues o centros de asistencia para menores, está certificada. Apenas 272 de las 20.330 personas, voluntarias y trabajadoras que resguardan la vida de 25.667 niños y niñas, en 867 centros de asistencia que hay en México.

Muchos de estos centros operan sin personal capacitado, sin la infraestructura necesaria y sin medidas de protección civil para reaccionar ante un siniestro, como el que ocurrió el 8 de marzo pasado en Guatemala, donde perdieron la vida 31 adolescentes de entre 11 y 16 años.

Algunos centros de asistencia infantil operan sin botiquín de emergencias, sin reglamento interno por escrito o no cuentan con los expedientes de las niñas y los niños que viven en ellos.

En los últimos ocho años, se han registrado al menos, ocho casos de negligencia, abuso y maltrato a menores en albergues o centros de asistencia infantil, creados paradójicamente para darles seguridad y una vida mejor, pues la mayoría de las niñas y los niños han sufrido maltrato y violencia por parte de sus padres.

Las casas hogar para menores en México
En 2015 el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), el Instituto Nacional de Desarrollo Social (INDESOL), el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) y la Red Nacional de Refugios (RNR) realizaron el Censo de Alojamientos de Asistencia Social (CAAS).

Eso fue parte de la respuesta institucional a la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, decretada en diciembre de 2014, en la que se establece que debía realizarse un censo para verificar el estado de estos centros.

Según los datos, en México existen 5.939 alojamientos, de los cuales 4.700 fueron censados. De ese censo se desprende que 879 (el 19,5 %) son casas hogar para menores de edad, clasificación que ocupa el tercer lugar, ya que existen más lugares para adicciones y para adultos mayores en el país.

En estos centros para menores de edad, hay una población usuaria de 25.667 niñas y niños, lo que representa el 29 por ciento del total de las personas que asisten o viven en alguno de ellos.

En estas casas hogares para menores laboran 6.856 personas voluntarias, 13.474 personas que reciben un salario por un trabajo y de éstas últimas, sólo 272 tienen una certificación en competencias laborales.

La población usuaria de este tipo de alojamientos de asistencia social es en su mayoría niñas (53,1 %) y en ambos casos, en niñas y niños, la mayor parte de la población tiene entre 10 y 14 años de edad.

Baja California es la entidad con más casas hogar para menores, con 113, seguida de Jalisco que tiene 79 y Chihuahua con 72.

Tabasco es el estado que menos casas para niñas y niños tiene, solo con dos.

La mayor parte de las casas hogar están en manos de asociaciones civiles (636), seguidas instituciones de asistencia pública (118), sociedad civil (2), instituciones religiosas (13), instituciones públicas (98) y ninguna (12).

Según el censo, la infraestructura no es adecuada ni segura para niñas y niños, el promedio de usuarias por alojamiento es de 29,2, de 4,64 por dormitorio, de 0,67 por cama, de 2,37 por taza de baño y de 2,53 por regadera y más de la mitad (458) no cuentan con un consultorio médico o enfermería.

Dos no tienen cocina; nueve no tienen comedor; 84 no tienen una oficina; 215 no tienen salón para clases; 123 no cuentan con una sala de convivencia grupal; 182 no tienen áreas verdes y 267 carecen de una cancha para jugar.

Ésta situación parece una limitante importante para el sano desarrollo y esparcimiento de los niños y niñas usuarias.

Respecto a las condiciones de seguridad, 115 no tienen una salida de emergencia; en 165 no hay letreros de evacuación o zonas de seguridad; 336 no tienen alarma de emergencia, 75 no poseen un extinguidor; 15 están sin botiquín y 521 no tienen servicio de vigilancia y seguridad.

En cuanto a la formalidad de estas casas hogar, 363 no tienen la Clave Única de Inscripción al Registro Federal de las Organizaciones de la Sociedad Civil (CLUNI, documento que les otorga el derecho a participar por los apoyos y estímulos de la Administración Pública Federal), 54 carecen de un reglamento interno por escrito y cinco no tienen expedientes de usuarias.

¿A quién le corresponde?
De acuerdo con la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, en el artículo 107, "las autoridades federales, de las entidades federativas, municipales y de las demarcaciones territoriales del Distrito Federal, en términos de lo dispuesto por esta Ley, la Ley General de Salud y la Ley de Asistencia Social, establecerán, en el ámbito de sus respectivas competencias, los requisitos para autorizar, registrar, certificar y supervisar los centros de asistencia social, a fin de garantizar el cumplimiento de los derechos de niñas, niños y adolescentes privados de cuidado parental o familiar, atendidos en dichos centros".

Sin embargo, pese a las denuncias, prevalece la inacción, como sucedió en Guatemala en el centro Hogar Seguro, que tenía múltiples denuncias previas de maltrato, vejaciones y abuso sexual de las menores que vivían en el albergue.

SEMlac documentó en 2016 el caso de la Fundación Clara Moreno y Miramón, que da albergue a 70 niñas en situación de calle.

Las niñas de cuatro a 17 años vivían con piojos, sin expedientes, sin atención de casos de abuso sexual por parte de familiares, sin seguimiento a su educación.

Derivado de la denuncia en mayo de 2016, la diputada de Morena en la Asamblea Legislativa, Ana Juana Ángeles Valencia, exhortó a través de un punto de acuerdo al jefe de Gobierno de la ciudad de México, Miguel Ángel Mancera Espinosa, realizar una visita de inspección a la Fundación Clara Moreno y Miramón.

Así como supervisar no sólo a esta Fundación, "sino a todas las reconocidas oficialmente y que operan en la Ciudad de México, porque si bien ofrecen servicios altruistas a gran parte de la sociedad que está al margen de la obligación del Estado, es necesario que los gobiernos las auxilien para que la integridad de los beneficiarios todo tiempo se encuentre protegida".

La demanda no ha sido atendida
De 2008 a 2016, SEMlac contabilizó al menos otros ocho casos de abuso contra niñas y niños en diferentes albergues infantiles.

En 2008, en la Ciudad de México, en el albergue Casitas del Sur, se destapó la red de tráfico de menores en donde al menos 15 niñas y niños habían sido sustraídos; en 2011 en Oaxaca, en el albergue Hijos de la Luna denunciaron golpes y abuso sexual y fueron rescatados 43 menores y detuvieron a tres personas.

En 2014 en Zamora, Michoacán, el albergue para menores La Gran Familia fue intervenido por fuerzas federales tras recibir varias denuncias de golpes y abuso sexual.; mientras que, en el 2015, en Aguascalientes, un menor de siete años de edad escapó del albergue "Dulce Refugio" por malos tratos y explotación.

En 2016, en Saltillo, la Procuraduría de los Niños, Niñas y la Familia (Pronnif) rescató a 83 niños y niñas originarios de Saltillo que eran víctimas de maltrato psicológico y físico en el albergue San José.

Ese mismo año, en el Ciudad Juárez, Chihuahua, en el Centro Victoria Hogar de Niños Vida en Jesús, hubo denuncias de probable maltrato infantil y también de hechos de violencia y maltrato en el Albergue Despertar Espiritual en Guadalajara, donde fueron rescatadas 271 personas, entre ellos 112 menores.

¿Y a Teresa le gusta?
Teresa (nombre dado a una pequeña para resguardar su identidad) tiene 10 años y relata que "desde que se acuerda" vive en un albergue de niñas en la Ciudad de México.

"Pues la verdad es que me dan de comer y tengo dónde dormir, pero no me gusta mucho estar aquí; a veces tenemos piojos y por eso no nos dejar entrar a la escuela o nos regresan; lo que no me gusta es que aquí luego hay otras niñas más grandes que nos pegan o nos ven mucho cuando nos bañamos".

Relata que su mamá trabaja todo el día y no puede cuidarla, pero que hace mucho tiempo que no la ve, ni a ella ni a sus dos hermanos que son mayores.

"Sí, si me gustaría ver a mi mamá, a mis hermanos o a mis primos, pero pues ni yo puedo salir ni ellos vienen; a mi mamá le queda lejos venir".

Teresa cuenta que a pesar de que en la tarde tienen clases para "reforzar" lo estudiado en la escuela, realmente no aprenden mucho o no hacen mucho; pues la mayoría de los "maestros" son jóvenes de servicio social que dicen que sólo quieren cumplir sus horas. (Gabriela Ramirez)

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