En un autobús y una camioneta viajan unos 70 migrantes que desistieron del sueño americano y prefirieron regresar a sus países de origen luego de casi un mes de estar lejos de su tierra y unas semanas en el albergue acondicionado en una unidad deportiva.
En el autobús viajan madres con sus hijos y en la camioneta personas que llegaron sin familia, entre mujeres y hombres, quienes en primera instancia se dirigen a las instalaciones del Instituto Nacional de Migración (INM) en Ciudad de México.
Ya en el INM, las autoridades definirán si el retorno a sus países de origen, principalmente Guatemala y Honduras, será vía terrestre o aérea.
El rostro lleno de desilusión y tristeza fue el común denominador de quienes llegaron a esta frontera, la más visitada del mundo, con la esperanza de solicitar asilo humanitario en Estados Unidos, pero que se encontraron con una realidad muy distinta.
Otros, los menos, viajaban contentos por ver sus familiares y con la ilusión de poder abrazarlos, tal es el caso de Kevin Giovani Torres, de origen guatemalteco, quien a bordo del transporte, dijo que él solicitó la deportación voluntaria porque tiene familia.
“Vamos a regresar porque aquí está muy duro y la pasada para Estados Unidos también está muy dura, ayer vimos que nos recibieron mal y sentíamos que nos mataban y mejor para no tener problemas prefiero regresarme a mi país”.
Explicó que llegó a Tijuana hace 15 días, tiempo que permaneció en el albergue migrante, aunque lleva casi dos meses lejos de su familia, fue uno de los primeros en llegar con la caravana migrante.
Relató que hace una semana buscó trabajo cuadra por cuadra pero no encontró nada, “me dijeron que llamara a un número para que en un mes o en enero pudiera trabajar, así que mejor me regreso”.