Querétaro, 25 Marzo 2019.- Has pensado en ¿hasta cuándo vas a trabajar? ¿Tienes un proyecto de retiro?, o simplemente eres de los que cree que falta mucho para llegar a la tercera edad.
El tiempo no espera por nadie, a veces pareciera que se detiene, que su transcurrir es lento y que tenemos una vida por delante, pero sin pensarlo un día volteas y te das cuenta que los años han pasado, que tú has cambiado y que es necesario y responsable pensar y actuar en relación a tu futuro cuando llegue la tercera edad.
Y aunque la edad no debería ser una limitante, lo cierto es que todo cambia, y la edad productiva debe ser siempre aprovechada para el bien vivir en el presente, pero también en el futuro.
Hace unos meses, nos quedamos maravillados y enamorados al ver la noticia de que Starbucks abrió su primer cafetería atendida por gente de la tercera edad de entre 60 y 65 años en México.
Lo mejor de esta noticia fue cuando nos enteramos que se trataba de un proyecto con el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) que comenzó desde el 2011, con el fin de reintegrar al mundo laboral a este sector, pero al mismo tiempo para que tenga mejores niveles de bienestar y calidad de vida, por lo que ahora estas personas tan afortunadas, cuentan con beneficios adicionales como incremento en el total del seguro de gastos médicos, dos días de descanso y una jornada laboral ajustada a 6.5 horas por turno.
Lo cierto, es que todos, deberíamos de pensar con esa misma visión de Starbucks, y no solo a manera de empresas u organizaciones, sino también de forma personal, como parte de un proyecto de vida, en el que podamos planear y considerar todo lo necesario para tener una vejez agradable y plena.
Para el año 2050 más de la cuarta parte de la población en México será adulto mayor, actualmente el 9% de la población total se encuentra en este segmento y cerca del 80% hoy en día, vive en la informalidad laboral por la necesidad que representa el seguir trabajando. Para la mayoría el silbato que marca el descanso se ha quedado mudo ante la necesidad de llevar comida a su mesa, y no se diga las medicinas a su botiquín.
En las últimas décadas, la juventud ha obtenido un mayor valor en la sociedad, irrumpiendo con fuerza en todos los ámbitos, pero al mismo tiempo así como suena de fabuloso y aplaudible, también ha afectado al mundo laboral, pues las empresas requieren juventud y experiencia y esta ecuación es difícil de conseguir, mientas por otro lado se enfrenta la realidad de una población que en la edad de retiro, requiere forzosamente seguir trabajando, y esto sucede incluso con aquellos que cuentan con una pensión de un sistema, que no comprende que es insuficiente y que a pesar de contar con ella, sigue representando carencias.
Más de 13 millones de personas de 60 y más años, ocupan la estadística y la agenda social en este momento. La Secretaría del Trabajo y Previsión Social informó desde el año pasado que diseña un Programa Integral de Atención, Capacitación y Concientización para involucrar a los adultos mayores al ámbito productivo.
Pero aunado a las acciones que se tienen que realizar tanto en la iniciativa privada como en la pública, hay una responsabilidad que nos corresponde en lo individual, y es el contemplar los ahorros para nuestro retiro.
Cuando llega la tercera edad, solo hay dos grupos: aquellos que están contentos con las tareas que realizan, que gozan de buena salud e incluso que disfrutan un empleo; y los otros que están obligados a laborar por mera necesidad económica, que deben generar ingresos aunque su salud este deteriorada. Elegir el grupo al que queramos pertenecer es una decisión muy personal, que requiere planeación y responsabilidad.
Es un hecho muy claro, que esta población va en aumento, pero también, que nos corresponde como sociedad la inclusión de todos aquellos que aún pueden y deben trabajar, al mismo tiempo que potencializar nuestro propio compromiso de mirar hacia el futuro con una planeación financiera que nos permita sortear las vicisitudes que conllevan la tercera edad.