Y es que a la hora de proponernos algo, no hay nada mejor que ser realistas y congruentes. Y si, de nada sirve doce uvas con doce deseos solo porque lo dicta la tradición; y ahí estamos enumerando e ideando como completar la lista maestra, y cuando llegamos como al cuarto o quinto ya no sabemos a quién encomendarnos, y como diría el buen amigo Chucho García: “por los clavos de Cristo”, no somos capaces de llegar al final de la lista. Y es entonces, cuando comienza la travesía ante lo desconocido, comenzando a inventar los doce propósitos que ni idea teníamos que estaban en nuestro plan de vida.
Dejemos de jugar al examen, y centrémonos en la realidad. Quién no experimento algún día el estrés que se vive una noche antes de un examen importante, tratando de que entre en nuestra cabeza todo lo que no estudiamos o hicimos durante un semestre o un año. Así sucede cuando nuestros proyectos se alejan de la realidad y quince días o una semana antes de que finalice el año estamos en el gimnasio tratando de quedar mucho mejor que Jennifer López y Brad Pitt, y “TAAAAARAN” comienza las afirmaciones en relación a: no tengo suerte, estoy salado, necesito una limpia. Y no amigo lector, lo que necesitamos es PLANEACIÓN.
Entonces, qué pasaría si en lugar de proponernos cierto número de buenas intenciones, realizamos nuestra lista en relación a lo que realmente queremos alcanzar, pero sobre todo a lo que tenemos que hacer para lograrlo, sin importar el número final, sean cuantos sean.
La planeación en nuestra vida, debería ser nuestro eje central. Estamos tan acostumbrados a escuchar el tema PLANEACIÓN en relación al trabajo, la escuela, pero no a nuestro existir, y aunque no se trata de tener todo controlado, definitivamente las cosas cambian cuando lo tenemos planeado.
Saber hacia dónde vamos y que queremos alcanzar, nos permite que nada se salga del camino y que trabajemos arduamente hasta conseguirlo. Así que, qué tal si comenzamos nuestros propósitos de año nuevo, intentando realizarlos de forma más realista y honesta, de tal manera que sea una celebración cada alcance que tengamos, pero sobre todo el comienzo de escribir nuevos en relación a los logrados, sin importar la época del año.
Y como dijo el buen Benjamín Franklin: “dejemos que cada nuevo año encuentre a una mejor versión de nosotros mismos”. Más organizados, mejor planeados y listos para que desde el primer día del 2018 con exactitud, sepamos hacia dónde vamos, pero lo mejor, lo que no queremos, y lo que tenemos que hacer para llegar a la meta.
Feliz Año Nuevo queridos lectores. DISFRUTEN de las cosas que los hacen realmente FELICES; SAQUEN de su VIDA las EXCUSAS; y comiencen el 2018 con la mejor PLANEACIÓN para que las cosas EXTRAORDINARIAS sucedan. Bien planeados, dejemos que el 2018 nos sorprenda.