La expresión noticias falsas ha cobrado especial valor en los últimos tiempos. Se utiliza, de forma generalizada, para mencionar cualquier circunstancia vinculada a la falsificación o manipulación de hechos acontecidos, sin tener en cuenta su propósito.
No obstante, la expresión por sí sola se halla exenta de criterios para distinguir entre las múltiples clases de noticias que son frecuentes, principalmente en la red.
En una supuesta clasificación podríamos distinguir 3 términos y sus significados, conocidos como trastorno de la información, de la siguiente manera:
Desinformación: contenido ficticio creado expresamente para ocasionar daños
Información falsa: contenido ficticio creado sin conocer la naturaleza de la fuente o sin intención de ocasionar daños
Mala información: contenido auténtico y legítimo divulgado fuera de su contexto y con el propósito de ocasionar daños
Recientemente, las principales plataformas en redes sociales, Twitter y Facebook, dieron a conocer sus tácticas relacionadas con la moderación de contenido. La primera de ellas destacó sus nuevos métodos para abordar medios falsificados. A su vez, Facebook indicaba su intención de prohibir los deepfakes.
Estos vídeos, deepfakes, se caracterizan por insertar, de manera artificial, individuos a través de un algoritmo fundamentado en fotografías. De igual modo, destacaba un programa específico, destinado a su junta de supervisión, que cataloga como primordial para cuestiones de moderación de contenido. Pero ¿será esto suficiente para detenerlos?
En ese sentido, la medida adoptada por Facebook, de excluir deepfakes mediante la detección algorítmica, se antoja insuficiente. En ese aspecto, a pesar de ser una buena medida, carece de valor ante vídeos editados de manera superficial que atañen igualmente a esta red social.
Según la opinión de los expertos nos encontramos totalmente indefensos ante las falsedades divulgadas en redes sociales. Un problema cada vez más agudo y complicado que, ni con el uso de Inteligencia Artificial podríamos erradicar. La posibilidad de inmiscuirse en las decisiones de la población y convencerla de una idea determinada se está convirtiendo en un arma potencial gracias a estos falsos contenidos multimedia.
Como conclusión, podemos resaltar el nivel de popularidad que han alcanzado las noticias falsas gracias a la capacidad de divulgación de las redes sociales. Las nuevas tecnologías han entregado a los agentes de desinformación las herramientas idóneas para generar y divulgar noticias y contenidos multimedia falsos o manipulados. Esta tecnología, de momento, no se utiliza de manera intensiva, aunque su presencia en redes sociales es cada vez más frecuente. FOTO: Pixabay
Las nuevas políticas de Facebook y Twitter contra las falsificaciones
26
de Marzo
de
2020
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