La mayoría donamos, ayudamos; como voluntarios, rescatistas, cocineros, guardias, buscadores, había un papel para cada ciudadano que en verdad quisiera sumar.
Sin embargo, el tema de la CORRUPCIÓN también en la tragedia se hace presente.
Somos un país dolido por el abuso y la traición.
De mexicanos a mexicanos aún seguimos sin superar la brecha de la hermandad; aún continúan los intereses de las minorías por encima del bienestar de las mayorías.
Parecía que había unión, entendimiento, solidaridad y que por fin la gran mayoría sin importar el segmento, estábamos convencidos de que habría que hacer lo necesario para ayudar a quienes se vieron afectados.
Pero la historia nos vuelve a sorprender, para demostrarnos lo que no hemos aprendido. Es increíble que a un año de recordar una fecha que sigue palpitando en los corazones de los mexicanos, las noticias más destacadas se relacionen a todas aquellas personas que aún viven en la calle, que aún no pueden recobrar la normalidad en sus vidas.Pero lo más miserable son esas noticias, en las que destacan la forma tan cobarde de no saber dónde quedaron los recursos económicos de miles de personas, no solo de México, sino del mundo entero.
Recursos económicos que en cada peso, buscaban hacer la vida más fácil a quienes sin pedirlo, el destino les sorprendió el pasado mes de septiembre de 2017, y quienes siguen aún reclamando al Gobierno la ayuda que nunca ha llegado.
La reconstrucción se ha demorado más de lo esperado, el Gobierno ha trasladado la responsabilidad a los afectados.
Si, a los afectados. Si bien los sismos son productos de la naturaleza, lo cierto es que muchos derrumbes fueron a causa de fallos estructurales o negligencias de las obras.
Y hoy, las estrategias están basadas en otorgar créditos que no se pueden pagar, o aceptar la construcción de más casas en el mismo lugar y pagar las viviendas de los viejos propietarios con las ventas, estas son las opciones, para aquellos que lo perdieron todo.
Morelos, Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Puebla, Guerrero, Tlaxcala y la Ciudad de México, siguen a pie de lucha, con la esperanza de cientos de familias de volver a encontrar un hogar, sufriendo un laberinto de trámites burocráticos para poder acceder a los recursos, los recursos de todos los mexicanos.No hay quien se salve ante la gran estafa que hemos sufrido, porque nos han robado a TODOS. Partidos políticos, asociaciones, aseguradoras, el propio Gobierno.
Sin duda hay a quienes hay que aplaudirles por lo mucho que han hecho para ayudar, pero no es suficiente.
Si el nuevo Gobierno Federal como bien dice, está enfocado en atacar a la corrupción, este tema sería uno de los mejores ejemplos para demostrar su buena voluntad.
México es un lugar de solidaridad, y me queda claro que lo seguirá siendo, pero no acosta de la injusticia y la impunidad.
Ojalá todos aquellos quienes tienen detenidos los recursos de los mexicanos, pudieran reflexionar y encausar el daño ocasionado, pero ante todo, puedan contar con la profunda certeza de que nunca podrían verse en las mismas circunstancias de todos aquellos mexicanos, que tienen que vivir la tragedia luchando contra la corrupción y la impunidad.
Era 7 de septiembre, aún no había amanecido, y la tierra en México tembló como no lo había hecho en cien años. Era septiembre y vimos como miles de personas se volcaron a ayudar.
Vimos al mexicano ser solidario, intentar salvar vidas, dar consuelo, y desprenderse de lo poco o mucho con tal de sumar y contribuir a que las familias afectadas, recuperaran la normalidad en sus vidas de forma inmediata.
Los mexicanos merecemos respeto, honestidad y la aplicación de nuestros recursos económicos a quienes los necesitan de forma inmediata. La historia debe cambiar, de mexicano a mexicano.