Día de muertos, una tradición con mucha vida, en San Juan del Río

31 de Octubre de 2017
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Celebrar el día de muertos en San Juan del Río, Querétaro, es una experiencia multisensorial; pero para adentrarse en la tradición se tiene que llegar hasta el Museo de la Muerte o también conocido como el Panteón de la Santa Veracruz, una edificación icónica donde desde el centro de la ciudad se aprecian los ocasos del día.

El Panteón de la Santa Veracruz, se construyó en 1857 por el Arquitecto D. Ernesto Perrusquía y actualmente está en el catálogo de monumentos históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); y fue fundado como museo de sitio el 24 de junio de 1997.

De acuerdo a los archivos que se encuentran en el área de Patrimonio Cultural del municipio, este espacio fue uno de los primeros panteones que se hicieron a las afueras de San Juan del Río; teniendo como principal razón las epidemias de cólera.

Existen al menos 300 gavetas y tumbas, con un registro fotográfico de finales del Siglo XX, de modo que si alguna va perdiendo su epigrafía, se puede generar una restauración, de acuerdo al nombre del difunto, fecha de nacimiento y muerte, entre otras frases grabadas principalmente en cantera.



Al interior del museo, se encuentran entierros prehispánicos como el “empetatado”, ritual que brinda el nombre al dicho popular “se petateó”, entre otros.

Así como la representación de “La muerte en la Nueva España”, donde se presentan ejemplos del virreinato, una monja coronada y con sus hábitos, y la reconstrucción de un altar dentro de los templos, donde se acostumbraba enterrar a los difuntos de mayor jerarquía social y religiosa de aquella época.

Además existe una pared de gavetas y al frente una vista panorámica del Campo Santo, el ejemplo de “La muerte laica”; sin embargo durante la llegada de los españoles, se enlaza la costumbre católica con la prehispánica en el día primero y dos de noviembre; y es precisamente en estas fechas cuando los panteones se vuelven lugares llenos de olores y sabores.

Con platillos llenos de tradición mexicana y los colores de la flor de cempasúchil, se tiende un tapete naranja para recibir la visita de los seres queridos que ya han partido de este mundo terrenal.
Entre algunas de las principales características de los altares de muertos, una tradición mexicana que forma parte del patrimonio cultural, se tienen distintas formas, entre las que destaca la de origen otomí, que se conforma de 7 escalones.

De acuerdo a los especialistas, la muerte, evolucionó desde las costumbres prehispánicas: “… los grupos étnicos Otomí, Azteca, Tolteca, Maya… ya tenían la costumbre de honrar a sus muertos; incluso los indígenas, según la luna o el sol tenían hasta 6 celebraciones o recuerdos a sus muertos” indica José Velázquez, cronista emérito de la ciudad.



Además de los frutos que representan la tierra, el viento en el papel picado y el camino de luz conformado por las velas o veladoras. En algunos casos se coloca ropa, cigarros, tequila, elotes, mole o ciertos panes; es decir elementos que hacían recordar al difunto, del cual se tienen fotografías.



Por ello, la fiesta de los muertos, es una tradición que se encuentra más viva que nunca, mientras que San Juan del Río cuenta con uno de los tres espacios que existen en su categoría bajo el concepto de “Museo de la Muerte”, sólo acompañado del Museo Nacional de la Muerte, en Aguascalientes y Museo Salón del Culto a la Muerte, en Guanajuato, lo que al paso del tiempo ha logrado acaparar la atención de comunidades mexicanas en el extranjero.

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