Los Ángeles, 26 jun (EFE News).- “Marcados con un dolor profundo para el resto de la vida”. Así describen dos padres centroamericanos la huella que dejó en ellos la aplicación de la política de “tolerancia cero” del Gobierno de Donald Trump (2017-2021), que los separó de sus hijos cuando cruzaron la frontera sur de EE.UU., incluso sin poder despedirse de los menores.
Aunque han pasado casi cuatro años desde que Luis fue separado de su hijo de 5 años en ese entonces, el daño causado por la controvertida política se refleja en su voz, que se quiebra cada vez que debe responder una pregunta sobre la separación.
En entrevista telefónica con Efe, el inmigrante hondureño cuenta que aunque ha pasado tanto tiempo de la separación, su hijo todavía cree que él lo dejó “botado en el país”.
SIN AVISO
Luis y su pequeño cruzaron en una balsa la frontera de México con EE.UU en 2018 para entregarse a agentes de la Patrulla Fronteriza en busca de protección y asilo porque en su país sus vidas corrían peligro.
Padre e hijo fueron llevados a las “hieleras”, cuartos de detención conocidos con este nombre por ser muy fríos, donde estuvieron un día. Después le dijeron a Luis que "tenía que ir a corte".
“Pensé que iba a ir con mi hijo pero me dijeron que no porque era menor de edad. Yo me fui pensando que iba a volver rápido por mi niño”, relata el hondureño.
Pero sus pronósticos no se cumplieron. Tras presentarse frente a un juez de inmigración fue llevado a un centro de detención de la Oficina de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), y no volvió a ver a su hijo.
"LO PEOR DEL MUNDO"
“Fue lo peor del mundo. Sentía que estaba muerto en vida”, dice mientras sus palabras se ahogan en el llanto.
Al preguntar a los agentes que lo custodiaban sobre su hijo las respuestas claras nunca llegaron. Algunas veces le dijeron que lo iban a deportar con el niño, otras que preguntara a su familia sobre el paradero del menor.
Recuerda que junto a él había muchos padres en la misma situación. Todos "se ponían a llorar" porque nunca pensaron que el Gobierno les iba a arrebatar a sus hijos. Luis fue deportado a los dos meses a Honduras sin su hijo.
Setenta y cinco días después de la separación pudo hablar desde su país con el menor, que fue entregado a un familiar en EE.UU. Lo primero que hizo el niño fue recriminarle que lo dejara “solo y botado”. Son palabras que retumban en la cabeza del inmigrante una y otra vez.
En la mente y los recuerdos de Juana las palabras no taladran tanto como los gritos y el llanto de sus cuatro hijas, que tenían 7, 12 , 14 y 16 años cuando fueron separadas de ella el 22 de mayo de 2018.
"UN VACÍO ENORME"
El dolor de ese momento se vuelve indescriptible; solo reflexiona que dentro de ella quedó "un vacío enorme" que a veces piensa que no puede volver a llenar.
Juana relata que viajó a EE.UU. con sus cuatro niñas porque en Honduras sus vidas corrían peligro. Pero en vez de encontrar un refugio apenas llegó al país se encontró con que las políticas habían cambiado.
Un día después de estar detenida con sus hijas fue separada de ellas. Pasó cinco meses en una cárcel de inmigración hasta que fue deportada sola a Honduras.
Sin poder contener las lágrimas, confiesa que todo fue como una “tortura” que la dejó marcada para siempre. En medio de la entrevista telefónica con Efe al fondo se escucha la voz de una pequeña que afanada le pregunta “¿Por qué lloras así?”.
Juana, de 38 años, y Luis, de 33, cumplen este fin de semana ocho días de haber logrado entrar a EE.UU. para reunirse con sus hijos.
Los dos hondureños hacen parte del segundo grupo compuestos por 21 padres y madres que se reencontraron con sus hijos en el país gracias a los esfuerzos de organizaciones como Al Otro Lado, que logró traerlos.
Los inmigrantes coinciden en que la separación ha dejado huellas indelebles en ellos. Luis asegura que la idea del abandono sigue en la cabeza de su hijo, mientras Juana está lidiando con cuatro adolescentes que crecieron sin que ella estuviera cerca.
Ellos y sus hijos aún enfrentan una dura batalla para quedarse en EE.UU. Tienen que lograr que un juez les apruebe sus casos de asilo. Sin embargo, ambos dicen que la posibilidad de volver a tener a sus hijos al lado les ha regresado la esperanza en la justicia de EE.UU.
Ambos están llenos de agradecimientos con los abogados y activistas que lograron traerlos, pero también son conscientes de que aún hay cientos de padres que están sufriendo por la política que estuvo vigente hasta junio de 2018, cuando un juez federal ordenó suspenderla.
"UN TESTIMONIO DE RESISTENCIA"
Carol Anne Donohoe, abogada gerente del Proyecto de Reunificación Familiar de Al Otro Lado, valoró que las reunificaciones son "un testimonio de la resistencia, la fuerza y la determinación de los padres que no pidieron más que seguridad para ellos y sus hijos".
Añadió que el "viaje" para estas familias no ha terminado, y "se necesitarán años para intentar reparar el daño que se les ha hecho".
A comienzos de junio el Gobierno del presidente Joe Biden destacó que tenía una larga tarea por delante, pues según los últimos datos se han identificado 3.913 niños que fueron separados de sus padres en la frontera con México como resultado de la política de "tolerancia cero" de Trump.
Casi 400 menores de edad han sido enviados de retorno a sus países de origen, 1.779 ya se reunieron con sus familiares y más de 1.700 casos están bajo revisión.
Un dolor profundo: Los padres separados de sus hijos por Trump
26
de Junio
de
2021
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