Familiares, amigos y conocidos de las primeras personas fallecidas, que lograron ser indentificadas, les dieron esta mañana el último adiós, entre lágrimas y consternación por lo que se ha considerado el peor atentado en la historia de Somalia.
Los dolientes recorrieron varias calles en camino al cementerio, mientras que cientos de personas protestaban por la inseguridad y en contra del grupo extremista Al Shabab, que es acusado por las autoridades del ataque, aunque esa organización islámica se ha mantenido en silencio.
Un camión cargado de explosivos detonó la tarde del sábado pasado en el cruce central K5, una zona del centro de Mogadiscio que está repleta de oficinas gubernamentales, hoteles, comercios y restaurantes.
La potentes detonación destruyó varios edificios, entre ellos el Safari Hotel, donde se cree quedaron atrapadas más de 200 personas, e incendió decenas de vehículos, que circulaban en la zona, cuyos ocupantes murieron calcinados.
De acuerdo con reportes oficiales de las autoridades locales, más de 110 víctimas del atentados fueron enterradas este lunes por sus familiares, mientras que 160 cuerpos que no pudieron ser reconocidos, dada la condición en la que quedaron, fueron enterrados la víspera por el gobierno.
Entre las víctimas sepultadas se encontraba funcionarios, cinco voluntarios paramédicos y un periodista, aunque la mayoría eran personas comunes, que se encontraban en la zona en el momento de la potente detonación, que se escuchó en toda la capital somalí.
A medida de que los servicios de rescate han removido los escombros de las construciones desrrumbadas, que se extienden en un área similar al tamaño de tres canchas de futbol, el número de muertos ha ido en aumento en las últimas horas.
El ministro de Información, Abdirahman Omar Osman, confirmó esta mañana a través de su cuenta en Twitter, luego de visitar uno de los hospitales en el que se atiende a las víctimas, que 276 personas habían muerto y al menos 300 más resultaron heridas.
En cuestión de horas, sin embargo, el director del Servicio de Ambulancias de Mogadiscio (AAMIN), Abdikadir Abdirahman, indicó que hasta ahora tenía confirmadas 327 muertes y unos 700 heridos, aunque admitió que la cifra de muertos puede ser mayor porque algunas personas todavía están desaparecidas.
Trabajadores de rescate en la zona devastada dijeron que el número definitivo de muertes nunca se podrá establecer porque el intenso calor generado por la explosión significó que muchas personas se calcinaran por completo, por lo que no se encontrarían su restos.
La Agencia Nacional de Noticias Somali (SONNA, por sus siglas en inglés) informó que más de 70 personas heridas de gravedad fueron transportadas por avión a Turquía para recibir tratamiento especializado, mientras que países vecinos como Kenia y Etiopía enviarán asistencia médica.
De acuerdo con las primeras investigaciones, todo apunta a que el blanco del atentado era el Ministerio de Relaciones Exteriores de Somalia, que se encuentra cerca del hotel que fue destruido por la potente detonación del camión bomba.
Fuentes cercanas al gobierno somalí dijeron que el camión había sido detenido en un puesto de control y estaba a punto de ser registrado cuando el conductor aceleró de repente y se estrelló en una barda del hotel y luego explotó, alcanzando a un camión cisterna estacionado.
El devastador atentado fue condenado por el presidente de Somalia, Mohamed Abdullahi Mohamed, quien la víspera declaró tres días de luto nacional, y por el primer ministro Ali Khaire, quien culpo directamente al grupo Al Shabab.
"Los militantes de Al Shaban han atacado el área más poblada de Mogadiscio, matando solo a civiles... No les importan las vidas de los somalíes, las madres, los padres y los niños", subrayó Khaire, tras calificar el ataque como "repugnante".
Sin embargo, el grupo islamista, que ha estado afiliado a la red Al Qaeda desde 2011, se ha mantenido en silencio, pese que tiene antecedentes de lanzar ataques con bombas contra objetivos civiles, no sólo en Mogadiscio, sino también en otras ciudades dentro y fuera del país.
Al Shabab (Los Jóvenes, en árabe) se ha caracterizado por perpetrar ataques fuera de Somalia, incluido el registrado en abril de 2015 contra una universidad en la ciudad keniana de Garissa, donde sus combatientes masacraron al menos a 148 personas.
Además Al Shabab cometió el atentado contra un bar durante la final de la Copa Mundial de Futbol de 2010, que el grupo realizó en Uganda, cobrando la vida de al menos 76 personas, que se habían congregado para disfrutar del partido entre Holanda y España.
El devastador bombardeo provocó también la inmediata condena de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y líderes de todo el mundo, entre ellos los de Estados Unidos, Reino Unido, Turquía, Canadá, Francia y Rusia, cuyo presidente Vladimir Putin, lo calificó como un "ataque monstruoso".