En un comunicado en conmemoración de la Semana Mundial del Agua, Unicef indicó que los niños que viven en situaciones inestables tienen cuatro veces más probabilidades de carecer de acceso al agua potable básica, de acuerdo con un análisis realizado con la Organización Mundial de la Salud.
“El acceso de los niños a agua potable y saneamiento, especialmente en conflictos y emergencias, es un derecho, no un privilegio”, afirmó Sanjay Wijesekera, director de agua, saneamiento e higiene de Unicef.
Wijesekera añadió que “en los países acosados por la violencia, el desplazamiento, el conflicto y la inestabilidad, los medios más básicos de supervivencia de los niños, como el agua, deben ser una prioridad”.
El organismo señaló que de los 484 millones de personas que viven en situaciones de fragilidad en 2015, 183 millones carecían de servicios básicos de agua potable.
En Yemen, un país que se recupera del impacto de más de dos años de conflicto, las redes de abastecimiento de agua que atienden a las ciudades más grandes del país están en riesgo inminente de colapso debido a los daños infligidos por la guerra y el deterioro.
A unos 15 millones de personas en el país les ha sido suspendido el acceso regular al agua y al saneamiento en esa nación árabe.
En Siria, donde el conflicto está en su séptimo año, alrededor de 15 millones de personas necesitan agua potable, incluyendo unos 6.4 millones de niños.
El agua se ha utilizado frecuentemente en Siria como arma de guerra: en 2016 solamente hubo al menos 30 cortes deliberados de agua, incluyendo en las ciudades de Alepo, Damasco, Hama, Raqqa y Dara, con bombas destruidas y fuentes de agua contaminadas.
En las zonas afectadas por conflictos en el noreste de Nigeria, el 75 por ciento de la infraestructura de agua y saneamiento ha sido dañada o destruida, dejando a 3.6 millones de personas sin servicios básicos de abastecimiento de agua.
En Sudán del Sur, donde la lucha se ha intensificado durante más de tres años, casi la mitad de los puntos de agua en todo el país han sido dañados o completamente destruidos.
"En demasiados casos, los sistemas de agua y saneamiento han sido atacados, dañados o se han dejado en mal estado hasta el punto de colapsar”, aseguró Wijesekera.
El funcionario agregó que “cuando los niños no tienen agua potable para beber, y cuando los sistemas de salud se quedan en ruinas, la desnutrición y enfermedades potencialmente mortales como el cólera inevitablemente seguirán”.
En Yemen, por ejemplo, los niños representan hasta ahora más del 53 por ciento de los más de medio millón de casos posibles de cólera y de diarrea aguda.
Por su parte, Somalia está sufriendo el mayor brote de cólera en los últimos cinco años, con casi 77 mil casos de posible contagio de cólera o diarrea aguda.
Y en Sudán del Sur, el brote de cólera es el más severo que el país haya experimentado, con más de 19 mil casos desde junio de 2016.
En el noreste de Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen, zonas amenazadas por la hambruna, casi 30 millones de personas, entre ellas 14.6 millones de niños, necesitan urgentemente agua potable.
Asimismo, en esos cuatro países más de cinco millones de niños están desnutridos, con 1.4 millones de personas gravemente afectadas, de acuerdo con Unicef.