El reporte destacó que el conflicto en curso y el empeoramiento de la situación de la seguridad en todo el país, combinados con la pobreza profundamente arraigada y la discriminación contra las niñas, han elevado la tasa de deserción escolar por primera vez desde 2002.
Las niñas representan 60 por ciento de la población no escolarizada, colocándolas especialmente en desventaja y agravando la discriminación de género. En las provincias más afectadas, como Kandahar, Helmand, Wardak, Paktika, Zabul y Uruzgan, hasta 85 por ciento de las niñas no van a la escuela.
El estudio señaló que el desplazamiento y el matrimonio infantil también afectan significativamente las posibilidades de un niño de ir a la escuela.
Asimismo, la escasez de maestras, instalaciones escolares deficientes y la inseguridad en las áreas afectadas por conflictos también son factores que mantienen fuera del aula a los menores de edad, en especial a las niñas.
“Cuando los niños no están en la escuela corren un mayor peligro de abuso, explotación y reclutamiento”, expresó la representante de Unicef en Afganistán, Adele Khodr.
Unicef precisó que pese a que las cifras son preocupantes hay otros indicadores que permiten ser más optimistas.
El estudio reveló que las tasas de abandono escolar son bajas, el 85 por ciento de los niños y niñas que comienzan la escuela primaria la pueden terminar; mientras que el 94 por ciento de los niños y 90 por ciento de las niñas que comienzan la secundaria también la finalizan.
Una encuesta del gobierno de Afganistán informó además mejoras significativas en las tasas de alfabetización de adultos y jóvenes en las últimas dos décadas. En los jóvenes de 15 a 24 años aumentó del 31 por ciento en 2005 al 54 por ciento en 2017.
“Llevar a las niñas y niños a la escuela es mucho más que estar en clase. Se trata de proporcionar rutina y estabilidad en la vida, lo cual es una sabia inversión dada la inseguridad en todas partes del país”, enfatizó Khodr.