Después de la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE) con la firma del brexit el pasado 31 de enero de 2020, las consecuencias de éste no están del todo claras para ambos extremos de la firma; de hecho, la mayor parte de las repercusiones tendrán lugar hasta 2021, ya que ambos gobiernos tienen hasta el 31 de diciembre de 2020 para negociar un acuerdo de salida.
Las consecuencias inmediatas de este divorcio gubernamental son meramente estructurales, como la destitución de los 73 eurodiputados provenientes de Reino Unido y su sustitución con representantes de los demás países miembros de la Unión Europea; sin embargo, las consecuencias más importantes siguen siendo una incógnita.
Una de las más temidas repercusiones por parte de los ciudadanos británicos es que el tiempo de negociación sea demasiado corto y termine por concretarse un brexit sin acuerdo, lo que traería consigo el cierre de fronteras comerciales y la escasez de ciertos tipos de comida fresca, el aumento de precios en diferentes objetos de consumo, empresas abandonando el país, reducción de empleos, el cierre del Canal de la Mancha y nuevas cuotas de aduana, entre otros efectos.
El reto del gobierno del primer ministro Boris Johnson es demostrar que tiene la capacidad necesaria para negociar con los altos mandos de la Unión Europea y conseguir un acuerdo de salida a favor de Reino Unido, o que al menos reduzca las repercusiones negativas al mínimo.
Los principales puntos a negociar son el cambio de las relaciones comerciales entre ambas partes, los derechos de los residentes -tanto los europeos en Reino Unido como los británicos radicados en los países miembro de la UE-, el uso de pasaporte para entrar al país, cuestiones referentes a las telecomunicaciones -en este caso, el roaming-, los derechos pesqueros sobre las aguas británicas, la participación de instituciones educativas en Erasmus+ y el destino de Gibraltar, por mencionar algunos.
La postura adoptada por Reino Unido respecto a brexit, no obstante, desconcierta a muchos analistas, pues el gobierno de Johnson, en voz de su ministro de exteriores, Dominic Raab, apunta a una "Golden Britain" con vistas a retomar su "papel natural e histórico" bajo los valores del "libre comercio, la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho internacional"; la nueva política busca plasmar la influencia diplomática, militar y comercial de Reino Unido en el contexto mundial, en lo que algunos analistas consideran como una "nostalgia colonialista" destinada al fracaso, como Roberts Saunders, analista especializado en la relación entre Reino Unido y la Unión Europea, quien declaró a BBC Mundo que "[las condiciones del pasado] no volverán. Reino Unido es una economía de tamaño mediano en un mundo dominado por superpotencias y bloques comerciales".
¿Qué sigue después de brexit? Futuras negociaciones entre Reino Unido y la UE
28
de Febrero
de
2020
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