En torno a las 21:00 horas locales (20:00 GMT), el vehículo del pontífice llegó hasta el lugar, en el que ya se encontraban congregadas varias miles de personas, muchas de las cuales portaban velas, y donde fue recibido por la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, con quien se entretuvo algunos minutos.
Con un sobretodo color blanco, protegido por una carpa de color morado, el líder católico escuchó el canto de un coro en espera de la hora exacta para el inicio del vía crucis, a las 21:15 (20:15 GMT). Con la señal de la cruz, dio comienzo a la celebración.
“La hora ha llegado. El caminar de Jesús por los caminos polvorientos de Galilea y Judea al encuentro de los que sufren en su cuerpo y en su corazón, empujado por la urgencia de anunciar el Reino, ese caminar suyo termina hoy, aquí. En la colina del Gólgota. Hoy la cruz cierra el camino. Jesús no irá más allá. Imposible andar más allá”, señaló el lector.
Más adelante, manifestó que bajo la cruz de Cristo está todo el mundo, con sus caídas y dolores, sus demandas y sus rebeliones, todo lo que hoy clama a Dios desde las tierras de miseria o de guerra, en las familias desgarradas, en las cárceles, en las embarcaciones sobrecargadas de emigrantes.
“Tantas lágrimas, tanta miseria en el cáliz que el Hijo bebe por nosotros. Tantas lágrimas, tanta miseria, que no se han de perder en el océano del tiempo, sino que él las recoge para transfigurarlas con el misterio de un amor que devora el mal”, añadió.
Con estas palabras comenzó la emotiva ceremonia, que recorrerá en 14 estaciones el camino seguido por Jesús hacia el Calvario, donde fue crucificado.
En esta ocasión, las meditaciones leídas en cada estación fueron redactadas por la biblista y teóloga francesa Anne-Marie Pelletier, quien decidió incluir algunas novedades cambiando el título y el contenido de algunos pasajes, que centró en momentos distintos de la Pasión de Cristo.
Desde muy temprano, este Viernes Santo, el centro de Roma fue blindado por las fuerzas de seguridad, el ejército y varios cuerpos de policía, por lo que los feligreses debieron atravesar más de un punto de control hasta llegar a la explanada del Coliseo.