El pontífice hizo esas declaraciones al final de su audiencia pública semanal, ante más de ocho mil fieles congregados en el Aula Pablo VI del Vaticano.
“Ayer llegaron desde Brasil noticias dramáticas de la masacre ocurrida en la cárcel de Manaos, donde un violento enfrentamiento entre bandas rivales causó decenas de muertos. Expreso dolor y preocupación por lo ocurrido”.
Llamó a rezar por los difuntos, por sus familiares, por todos los detenidos de aquella cárcel y por quienes en ahí trabajan.
Además renovó su llamado para que los institutos penitenciarios sean lugar de reeducación y reinserción social, y las condiciones de vida de los detenidos “sean dignas de personas humanas”.
Durante su primera audiencia pública de 2017, el Papa reflexionó sobre la figura bíblica de Raquel la cual rechaza ser consolada ante el exilio de sus dos hijos: José y Beneamino.
Aseguró que ante la tragedia por la pérdida de los hijos, una madre no puede aceptar palabras o gestos de consuelo, que son siempre inadecuados, jamás capaces de aliviar el dolor de una herida que no puede y no desea ser curada.
Sostuvo que toda madre sabe eso y precisó que son tantas –también hoy- las madres que lloran, que no se resignan a la pérdida de un hijo, inconsolable ante una muerte imposible de aceptar.
Para el Papa, Raquel representa el dolor de tantas madres que también hoy lloran la pérdida de un hijo o de un ser querido y no encuentran consuelo.
“Este rechazo de Raquel que no quiere ser consolada nos enseña también cuánta delicadeza se necesita ante el dolor ajeno. Para hablar de esperanza a quien está desesperado, se necesita su desesperación, para secar una lágrima del rostro de quien sufre, se necesita unir nuestro llanto al suyo”, estableció.