“Los bosques, ríos y quebradas son usados, utilizados hasta el último recurso y luego dejados baldíos e inservibles. Las personas son también tratadas con esta lógica: son usadas hasta el cansancio y después dejadas como ‘inservibles’”, dijo el líder de la Iglesia Católica ante miles de fieles reunidos en Puerto Maldonado, capital de Madre de Dios, al sureste de Perú.
“Duele constatar cómo en esta tierra, que está bajo el amparo de la Madre de Dios, tantas mujeres son tan desvalorizadas, menospreciadas y expuestas a un sinfín de violencias”, agregó el pontífice, en su segundo acto del día en la Amazonia.
Enclavada en el sureste del país, fronterizo con Bolivia y Brasil, la región amazónica de Madre de Dios es rica en oro, madera y otros recursos naturales, pero es asimismo la zona de mayor trata de personas de todo el país en proporción a su población, de apenas 140 mil personas.
Las minas de oro ilegales que se expanden a un centenar de kilómetros de Puerto Maldonado, en plena selva amazónica, es el escenario del trabajo de unos 40 mil mineros –legales, irregulares e ilegales- que extraen el preciado metal provocando contaminación con mercurio en los ríos y convirtiendo la selva en un desierto.
Esos campamentos mineros son, asimismo, el lugar donde cientos de jóvenes desde entre 15 y 25 años son traficadas desde áreas de los Andes para ser obligadas a prostituirse con los mineros, para lucro de grupos criminales que en ocasiones las traen engañadas.
“No se puede ‘naturalizar’ la violencia hacia las mujeres sosteniendo una cultura machista que no asume el rol protagónico de la mujer dentro de nuestras comunidades”, agregó el pontífice, que habló ante miles de fieles reunidos en el Instituto Jorge Basadre de la ciudad, bajo un inclemente sol amazónico que elevó la temperatura a más de 30 grados.
Francisco, que minutos antes condenó la destrucción del medioambiente y los daños a la cultura y las tierras de los pueblos indígenas ante cientos de representantes de los pueblos nativos de la Amazonia, condenó la “cultura del descarte” que afecta también a los ancianos.
“Llegando aquí conocí a una abuela de 97 años. ¿Vamos a descartar a la abuela? ¡No, porque la abuela es la sabiduría del pueblo!”, lanzó, saltándose el guión oficial de su discurso.
“Una cultura que no se conforma solamente con excluir, sino que avanzó silenciando, ignorando y desechando todo lo que no le sirve a sus intereses”, dijo, firme, antes de evocar la “esclavitud para el trabajo, la esclavitud sexual, la esclavitud para el lucro”.
Pasado el mediodía, el Papa participó de un evento en la casa-hogar El Principito, donde más de dos docenas de niños y jóvenes –muchos huérfanos- encuentran de la mano de la Iglesia Católica un futuro para sus vidas.
El líder de la Iglesia Católica, que fue recibido en las calles de Puerto Maldonado por miles de personas, algunas de ellas procedentes de Brasil o Bolivia, almorzará con representantes de los pueblos indígenas antes de volar alrededor de las 14:35 (19:35 GMT) a Lima, donde proseguirá con la agenda oficial.