Norte de Brasil, exuberante región amazónica azotada por pobreza

12 de Octubre de 2017
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Soure, Brasil, 12 Oct (Notimex).- Enclavado entre las desembocaduras del río Amazonas y Tocantins, el archipiélago de Marajó, de una extensión superior a Portugal pero con una población de apenas 300 mil personas, es un paraje de naturaleza exuberante y extraordinario potencial turístico.

Sin embargo, los habitantes están entre los que menos oportunidades tienen de todo Brasil, pues la única vía de acceso es por barco.

A Soure, el municipio más importante de este conjunto de islas, manglares y riachuelos, se llega desde Belén tras dos horas de travesía para cruzar la bahía fluvial, cuyo oleaje amenaza constantemente con hacer naufragar a las pequeñas embarcaciones de pesqueros y lanchas de viajeros.

Con unos 100 mil habitantes, Soure representa el gran potencial de la región, cuyo tiempo está marcado por las fluctuaciones de las mareas, que inundan y vacían regiones varias veces al día.

“Es un sitio de playas vírgenes sin explorar. Los jesuitas llegaron a tener 40 mil cabezas de ganado antes de que fueran expulsados a mitad del siglo XVIII”, explica el obispo emérito de Marajó, el español José Luis Azcona, residente en la región desde hace más de tres décadas.

Sin embargo, Marajó es uno de los lugares más pobres de Brasil, ya que –sin industria y sin inversiones estatales para mejorar la casi inexistente infraestructura- muchas poblaciones de pescadores viven casi en autarquía, sin electricidad o agua corriente, con acceso limitado a la educación o a la sanidad.

Datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) indican, por ejemplo, que el municipio de Melgaço, en Marajó, tiene el índice de desarrollo humano más bajo del país.



“Somos los olvidados de Brasil”, dice un pescador que acompaña a Notimex por una travesía por uno de los pequeños ríos de agua dulce que surca el archipiélago, donde abunda la pesca de rayas, camarones y otras especies autóctonas.




En las pequeñas ciudades, bañadas incesantemente por el intenso sol que impone una geografía muy próxima al ecuador, la gente vive de los servicios y del comercio de frutas y pescado, mientras en Soure “el mayor empleador es la alcaldía”, según los locales.

El consumo de droga –crack, cocaína, concentrado de marihuana- también ha proliferado en la región, que se ha convertido en un enclave de tránsito cada vez más frecuentado por los narcotraficantes que transportan la droga desde Colombia, Perú y Bolivia por medio de los ríos amazónicos.

“La miseria social engendra el crimen”, dice a Notimex el comisario Silvio Maués, de la Policía Civil del estado brasileño de Pará, dentro de cuyos límites se encuentra Marajó.

“Hay un aumento en el consumo, y eso se percibe incluso en que cada vez son más frecuentes las luchas de grupos criminales por el control de este mercado en expansión”, agrega este hombre, entrevistado en Belén –la capital de Pará- y con dilatada experiencia en combatir la criminalidad armada.

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