Familias incompletas por hijos que salieron del país huyendo de la crisis económica y precios de almuerzos en restaurantes inalcanzables, los hijos que quedan buscan maneras económicas de homenajear a sus madres.
La tradición de reunirse entre hermanos para comprar ramos de rosas o pagar cuentas de restaurantes quedó para la historia en la Venezuela petrolera que desde octubre pasado entró en una hiperinflación, que ronda los 13 mil por ciento en los últimos 12 meses, lo que se sumó a la recesión económica desde 2014.
Un arreglo de flores supera los 800 mil bolívares (casi un dólar del mercado negro) y un almuerzo podría pasar de los cinco millones de bolívares (unos 4.5 dólares), dependiendo del número de invitados. El sueldo mínimo del país alcanza los dos millones mensuales.
Sin embargo, las madres venezolanas están lidiando con la soledad. Algunas de ellas de hogares numerosos tienen la posibilidad de que algún hijo se quede con el plan de hacerle compañía, pero los hijos únicos se marchan buscando otros horizontes, algunos de ellos a países vecinos como Colombia o Ecuador, o más lejanos como Argentina.
Las ausencias son compensadas en alguna medida con remesas que llegan del exterior. Aunque los hijos procuran enviar cantidades pequeñas, unos 50 o 100 dólares, eso se convierte en cifras millonarias que ayudan a las familiar a afrontar el azote de la hiperinflación. Algunos especialistas calculan que las remesas llegarán este año a los dos mil millones de dólares.
Mientras, las tiendas de ropa, utensilios del hogar o joyas languidecen, viendo pasar a los clientes que tratan de hacer rendir sus ingresos.
Una pulsera china para la buena fortuna y una contra el mal de ojo pueden costar entre 10 y 30 millones de bolívares.
El chofer de taxi Henry Solano dijo que junto con su hermano compró un kilo de costilla de res, verduras como yuca, auyama y apio, además de piezas de maíz, para compartir una sopa familiar este día. La cuenta superó los dos millones de bolívares.
“Quedaremos pendientes con el postre, pero un café negro ayudará”, explicó luego de sus comprar en el mercado de Guaicaipuro, en el centro de Caracas.
La costilla para la sopa es un poco más barata que un kilo de carne de primera y es esencial para el recurso más extendido en época de vacas flacas: una buena sopa.
El kilo de pollo, valorado en 1.5 millones de bolívares, comenzó a ser inalcanzable, aunque sigue siendo indispensables para un buen consomé.
Nidia Contreras, cuyo hijo ingeniero vive ahora en Reino Unido, lo recuerda con una mezcla de entusiasmo y melancolía.
“Claro que quisiera que estuviera con nosotros. Él comenzó a trabajar en una empresa de programa de computación y puede enviarnos algunos dólares, pero él también tiene sus problemas. Vivir en el extranjero no es tan fácil como la gente piensa”, señaló.
Por su lado, el analista José Mendoza, un empleado veinteañero de una empresa estatal, dijo que procura mantener vivo el entusiasmo por el Día de la madre, aunque con celebraciones limitadas.
“Aunque sea un helado le compraré. Todavía no tengo claro con cuánto dinero cuento”, indicó y admitió que está registrando sus títulos de estudio para una eventual salida del país tras otros rumbos. “Uno nunca sabe. Yo siempre reviso (incluso dentro de su horario de trabajo) las ofertas de empleo en Ecuador o Perú”, agregó.
El presidente Nicolás Maduro, envuelto en la campaña por su reelección en los comicios del próximo domingo, dejó de lado el debate político y saludó a las madres en su día por Twitter.
“¡Feliz Día de las Madres! Ustedes son fuente infinita de amor e inspiración, sigan luchando a diario. La fuerza y el amor que hacen grande a Venezuela nace del corazón de esas mujeres, las madres venezolanas”, escribió.
Maduro enfrenta un rechazó en las encuestas de cerca de 80 por ciento, aunque ha recuperado algo de popularidad repartiendo numerosos bonos en metálico a sus seguidores que poseen el llamado carnet de la patria, un documento que emite el gobierno en forma de control.