En una declaración televisada, el primer ministro francés, Edouard Philippe, confirmó la suspensión temporal de las subidas de los impuestos en el combustible que han dado lugar a una oleada de protestas y disturbios que ha asediado todo el país en las últimas semanas.
"Está violencia debe parar", sostuvo Phillippe, quien ha afirmado que están buscando a los responsables de los episodios de violencia en la capital francesa.
"El Estado es un garante de la paz, el orden público, ningún impuesto debe poner en peligro la unidad nacional", añadió.
Aunque el Ejecutivo francés ha intentado justificar la medida en la lucha contra el cambio climático, el rechazo de los ciudadanos no ha parado de crecer.
El precio de la gasolina solo fue el detonante de un fuerte descontento popular que ha dado a luz al movimiento de los "chalecos amarillos".
Con el tiempo, las reivindicaciones se han extendido, y se han convertido en algo más difuso.
Las imágenes de batalla urbana a los pies del Arco del Triunfo con los agentes parapetados frente a una lluvia de proyectiles, han dado la vuelta al mundo y despertado la voz de alarma en el gobierno francés que inició una intensa ronda de consultas con responsables de partidos políticos para tratar de frenar las manifestaciones.
Los Gilets Jaunes, los "chalecos amarillos" son un movimiento difuso, sin líderes ni portavoces y con reivindicaciones muy diferentes. Tanto la extrema derecha como la izquierda han intentado apropiárselo, o al menos mostrar su apoyo.