“Algunos Estados de la Unión Europea, miembros del espacio Schengen, han construido cerca de mil kilómetros de muros, el equivalente a cinco Muros de Berlín, desde los años 1990, para frenar la llegada de personas desplazadas por la fuerza a Europa”, reza el informe conjunto del Centro Delàs de Estudios por la Paz, el Transnational Institute (TNI) y Stop Wapenhandel.
Los muros construidos son físicos, marítimos. A ellos se agregan los virtuales.
Desde 2015, diez de los 28 estados del bloque europeo (España, Grecia, Hungría, Bulgaria, Austria, Eslovenia, Reino Unido, Letonia, Estonia y Lituania) han erigido muros en sus fronteras por razones migratorias. También lo ha hecho Noruega, que pertenece al espacio común.
“Ninguna de las principales operaciones europeas en el Mediterráneo han tenido como mandato principal el rescate de personas. Todas las operaciones siguen el objetivo de erradicar la criminalidad en las zonas fronterizas y frenar la llegada de personas desplazadas”, apunta Ainhoa Ruiz Benedicto, investigadora del Centro Delàs.
La investigadora añade que “este tipo de medidas alimentan que se trate a las personas refugiadas y desplazadas como criminales”.
Según muestra el estudio, diez de los 28 estados de la Unión Europea tienen partidos xenófobos de extrema derecha con presencia importante. Aún siendo minoritarios, se observa que tienen una influencia substancial en las políticas migratorias de sus gobiernos.
“En lugar de priorizar métodos humanitarios en el abordaje de los flujos migratorios y de hacer frente a los problemas estructurales de violencia global y desigualdad económica, los países de la UE han escogido levantar muros sociales, políticos y físicos argumentando que así protegen el territorio europeo de la inseguridad y el terror”, concluye Nick Buxton, investigador del TNI.