En una breve declaración, difundida a través de su agencia de noticias Amaq, el grupo extremista radical aseguró que el atentado en Quetta fue perpetrado por dos de sus yihadistas (combatientes islámicos).
“Dos de nuestros yihadistas asaltaron la iglesia en Quetta”, destacó el EI en su comunicado, sin proporcionaron ninguna evidencia de su autoría, según un reporte de la edición electrónica del diario paquistaní The Nation.
La Policía de Baluchistán, de la que Quetta es capital, confirmó que al menos nueve personas murieron y más de 50 resultaron heridas cuando dos personas atacaron la Iglesia Metodista Memorial Bethel, durante un servicio dominical, una semana antes de Navidad.
De acuerdo con la versión de varios testigos, los terroristas irrumpieron en el templo durante el servicio religioso dominical, disparando sus armas, con la intención de tomar como rehenes a los fieles que se encontraban dentro.
Sin embargo, las fuerzas de seguridad intervinieron, interceptando y disparando contra uno de los atacantes, que cayó muerto en el lugar, mientras que el segundo corrió y se inmoló a la entrada de la puerta principal de la iglesia.
"La policía reaccionó rápidamente y evitó que los atacantes ingresaran al salón principal", dijo el jefe de la Policía provincial, Moazzam Jah.
El ministerio provincial del Interior confirmó, por su parte, que dos mujeres se encontraban entre los nueve muertos del ataque contra la iglesia metodista, y que la cifra de víctimas podría aumentar, ya que varios de los heridos se encontraban en estado grave.
El titular de dicha dependencia, Sarfraz Bugti, indicó en su cuenta de Twitter que alrededor de 250 personas normalmente asisten a la iglesia los domingos, pero que la congregación se incrementa hasta unas 400 personas por las cercanías de Navidad.
"Dios no lo quiera, si los terroristas hubieran tenido éxito en sus planes, más de 400 preciosas vidas habrían estado en juego", escribió el ministro del Interior de Baluchistán.
Los cristianos, que representan aproximadamente el 1.6 por ciento de los 200 millones de habitantes de Pakistán, se enfrentan desde hace tiempo a actos de discriminación, marginación, trabajos mal remunerados y, a veces, son objeto de acusaciones falsas de blasfemia.
Junto con otras minorías religiosas del país, la comunidad cristiana también ha sido blanco de militantes islámicos en los últimos años.
En 2016, la ciudad norteña de Lahore sufrió uno de los ataques más mortíferos de Pakistán durante la temporada de Pascua, cuando un atacante suicida detonó su carga explosiva en un parque, provocando la muerte de más de 70 personas, incluidos muchos niños.