En un informe, el organismo de defensa de los derechos humanos destacó que esas agresiones han sido empleadas como una táctica de combate en todo el país durante los casi cinco años de guerra civil.
Los comandantes han tolerado la violencia sexual generalizada por sus fuerzas y, en algunos casos, parece que la han ordenado o la han cometido ellos mismos, resaltó HRW.
El informe titulado “Dijeron que éramos esclavos. Violencia sexual por grupos armados en República Centroafricana”, documenta 305 casos de violación y esclavitud sexual perpetrados contra 296 mujeres y niñas por miembros de grupos armados entre los primeros meses de 2013 y mediados de 2017.
Los milicianos conocidos como Seleka, predominantemente musulmanes, y la milicia mayormente cristiana y animista conocida como “antibalaka”, dos partes principales en el conflicto, han utilizado la violencia sexual como venganza contra quienes perciben que apoyan el lado contrario del conflicto.
“Grupos armados están usando la violación de manera brutal y calculada para castigar y aterrorizar a mujeres y niñas”, dijo la investigadora de derechos humanos de HRW, Hillary Margolis.
Añadió que “todos los días, los supervivientes viven con las consecuencias devastadoras de la violación, y el conocimiento de que sus atacantes están caminando libremente, tal vez ocupando posiciones de poder, y hasta la fecha sin ninguna consecuencia”.
HRW entrevistó a 296 supervivientes de violación y esclavitud sexual, 52 de ellas niñas en el momento de los ataques, así como a funcionarios gubernamentales, policías, personal médico, funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas, entre otros.
Debido al estigma, la escasa información de los sobrevivientes y a las restricciones relacionadas con la seguridad en la investigación, el número total de incidentes de violencia sexual cometidos por grupos armados durante el conflicto es indudablemente mayor, resaltó el organismo.
La mayoría de los abusos documentados no son sólo crímenes bajo la ley centroafricana, sino que también constituyen crímenes de guerra. En algunos casos, pueden constituir crímenes contra la humanidad, denunció.
Sin embargo, hasta la fecha no se sabe que un solo miembro de ningún grupo armado haya sido arrestado o juzgado por cometer violencia sexual, indicó HRW.
Los casos documentados de violencia sexual de los combatientes en este informe constituyen tortura, y en muchos casos la tortura no se limitaba a la violencia sexual, sino que era acompañada de otras formas de abuso que también equivalían a tortura.
Los supervivientes fueron violados por hasta 10 o más hombres durante un solo incidente. Durante los ataques, los combatientes azotaron a mujeres y niñas, las ataron durante largos periodos, las quemaron y las amenazaron de muerte.
Los combatientes a menudo violaban a mujeres y niñas frente a sus hijos u otros miembros de la familia.
También se vieron obligados a ver a hombres armados violar a sus hijas, madres u otras mujeres y niñas, o matar y mutilar a sus maridos y otros parientes.
Las mujeres y las niñas fueron mantenidas como esclavas sexuales por hasta 18 meses, a menudo sometidas a repetidas violaciones por múltiples hombres. Muchas fueron tomadas como “esposas” de los combatientes y forzadas a cocinar, limpiar y recolectar comida o agua.
“En República Centroafricana se necesita un mensaje fuerte y urgente de que la violación como arma de guerra es intolerable, que los violadores serán castigados y que los sobrevivientes recibirán el apoyo que necesitan desesperadamente”, apuntó Margolis.
La investigadora consideró que el gobierno y las instituciones internacionales pueden y deben trabajar para poner los servicios a disposición de todos los supervivientes de violación y poner a los violadores en el camino de la rendición de cuentas.